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DERBI Sánchez Martínez, árbitro del Betis-Sevilla

Lo infame existe. Ya se vende y consume como si nada. He vuelto a ver, 42 años después, 'País, S.A.', opera prima de Forges (su segunda y última fue 'El Bengador Gusticiero y su pastelera madre'), y sigo noqueado. Imaginen el daño moral irreparable que pudieron producirme los visionados de ambas películas cuando, entre los 13 y los 14 años, las pude ver por primera vez en el cine de programa doble de mi pueblo. Ahora, contextualizada en 'Historia de nuestro cine', ofrecí una segunda oportunidad. Pero ni por esas. Explicaba Luis E. Parés, coordinador del programa, que 'País, S.A.' no fue bien recibida porque los críticos tildaron al realizador de posibilista y oportunista, y que tal vez recuperada hoy, 40 años después, se podía salvar la puesta en escena audiovisual de aquellas viñetas de la época. Nada más lejos.

La película es pedestre. Y habría que verla, si acaso, como muestra de lo que jamás debió producirse. Una factura técnica amateur, un sonido deplorable, una fotografía deslavazada, ¡firmada por Alcaine!, un guion sin desarrollar, y un grupo de nutridos actores haciendo el ridículo. Llamó la atención, no obstante, durante los minutos de presentación, la recuperación de unas imágenes de la promoción en un programa de la época, en riguroso blanco y negro. Ahí podíamos escuchar a María Luisa San José, sin despeinarse, afirmar que ese era el mejor papel que le habían dado en la vida. Y eso que la San José, en aquella época, no paraba. Nuestra historia cultural está llena de pestiños. A veces despreciados. Otras, muchísimas, sobrevalorados. Bien está escrutar con ojos curiosos qué nos vendieron como cultura, cine, teatro y música, cuando teníamos 14 años. Aunque dé miedo. Demasiado bien hemos salido.

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