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Análisis

Joaquín Aurioles

El intervencionismo de Trump

Después de una encendida alocución a favor de las libertades individuales y para defenderse de la intromisión del Estado en la esfera privada de los norteamericanos, el presidente Trump se permite lazar toda una batería de medidas para la intervención de la economía, que consigue conectar con las frustraciones del ciudadano estadounidense medio y conservador, pero también con el rechazo generalizado de los economistas. Entre ambos las grandes corporaciones, algunas de las cuales conceden su apoyo cómplice, pensando en sus intereses inmediatos, frente a otras que advierten de sus consecuencias a medio y largo plazo.

Políticas civiles y sociales de corte conservador, como la posesión de armas o el recorte en políticas sociales y sanidad pública, pero una política económica marcadamente intervencionista e incluso aislacionista. El mejor ejemplo, el muro en la frontera con México, pero también la retirada de los proyectos de participación en zonas de libre comercio o el levantamiento de aranceles con la finalidad de sustituir importaciones por producción interior.

Hace un siglo que en Latinoamérica se implementaron políticas de sustitución de importaciones, pero se trataba de hacer frente al desabastecimiento provocado por la Primera Guerra Mundial y la Gran Depresión. Tras la siguiente gran guerra, se volvió repetir la situación, pero en esta ocasión surgió toda una corriente de pensamiento económico que postulaba la sustitución de importaciones como estrategia de defensa frente a la dependencia provocada por el "intercambio desigual" entre países exportadores de materias primas y de manufacturas. Mediante aranceles y la manipulación del tipo de cambio se pueden levantar barreras a las importaciones de manufacturas, reservando el mercado interior a las nacionales que, con los incentivos adecuados, pueden terminar promoviendo el desarrollo de industrias locales.

El principal inconveniente es que la sustitución de proveedores internacionales baratos por otros nacionales más caros provocan ineficiencia y aislamiento. La experiencia resultó tan adversa que incluso sus fundamentos éticos quedaron rápidamente desacreditados y desplazados por el denominado "consenso de Washington". Un conjunto de iniciativas que permitió a las economías latinoamericanas superar a finales de los 80 la situación de asfixia provocada por la pesada carga de deuda externa que arrastraban. La fórmula se puede resumir en estabilidad macroeconómica, más competencia, menos intervención del Estado en la economía, menos aranceles y más libertad para la entrada y salida de capitales.

Elevar los aranceles a la importación de acero y aluminio en Estados Unidos con el fin de proteger la producción nacional, parece alinearse con la fracasada estrategia de sustitución de importaciones y dar la espalda al "consenso de Washington", aunque también es posible que los asesores económicos de Trump tengan el punto de mira en el sudeste asiático. En esta zona, más de dos décadas de estrategias económicas en la línea de lo que entendemos como de sustitución de importaciones, han tenido consecuencias radicalmente diferentes a la latinoamericana de los años 80.

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