Tras tener ya a siete hijos, con un sueldo justito, se tiraba al suelo y se bebía una infusión de estropajo y okal a ver si se 'despegaba' la criatura que venía en camino. Una confesión que nos suena muy cruel pero que se transforma en un chascarrillo de ternura compasiva en la voz de la madre de Joaquín. Una de esas madres de tozuda dedicación y fatiguitas que fueron las que sacaron adelante este país, con una abnegación santificada y una imaginación de economista, desde su cocinilla a butano y su fregona escurrida. Lo del futbolista Joaquín y su madre recibiendo a Bertín Osborne este miércoles en Mi casa es la tuya no lo puede fabricar un reality porque son la personificación de la realidad. De nuestra realidad. La realidad de la vida sobrellevada a empellones.

Al del Betis le gustaría dejar las botas al lado de una cámara. Como su generosidad es tan enorme como su sinceridad tendrá ahí el cariño de la gente de siempre. De nosotros, que le reconocemos en sus ojos que conserva las rodillas raídas por el asfalto pedregoso de Fermesa, estadio de tardes infinitas de pan con manteca de los Lengue. Los de El Puerto tenemos la suerte de tener a Joaquín y él tiene la afortunada dicha de ser de El Puerto, de esta periferia dejada a su suerte, maltratada durante decenios por gestores infames y por tipejos especuladores, uno detrás de otro. Joaquín se baña sus rodillas de niño de barriada en una piscina ganada a pulso.

De El Puerto también es Pedro de los Majaras, el pregonero del Carnaval de Cádiz que en el mismo año de Antonio Martín cierra época y generación. Con Pedro se homenajea a aquella fiesta local (local de verdad) de cintas de Izquierdo que una noche, de manera casi clandestina, destapó Telesur, TVE, para que la descubriera Andalucía. Tras haberla manoseado tantísimo, Canal Sur emite una final que nos llega desganada. Aquel Carnaval en casse- tte, con su sonido férrico y agudo, no es que fuera mejor o peor. Era admirable. Sincero. Auténtico y no domesticado. Así y tal. Como la madre de Joaquín.