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Análisis

Juan Ruesga Navarro

Un nido en el puente de hierro

La cigüeña que ha anidado no sabe que se va a convocar un concurso sobre el puente Por respeto a nosotros mismos deberíamos saber qué hacer con el Puente de Hierro

Estos días he visto que una cigüeña ha anidado en lo alto del Puente de Hierro de Tablada. Allí, en los terrenos del Puerto, cerca del puente del Quinto Centenario y de Heliópolis. Claro que la cigüeña vive ajena a las noticias de la ciudad, y a lo que dicen unos y otros. A los que dicen que hay más vigilancia y por lo tanto ya no van a seguir llevándose trozos de las barandillas, un día sí y otro también. Menos mal. La cigüeña tampoco sabe que se va a convocar un concurso de ideas para ver qué se hace con el viejo puente. Para saber dónde y cómo se coloca. Buena cosa, aunque un tanto tardía, pero bienvenida sea. Entonces, ¿van a trasladar el puente? ¿Y dónde lo van a poner? ¡Pero si está protegido y catalogado con grado A! No pueden manipularlo. Solamente conservarlo y a ser posible con un uso lo más parecido al original. Pero es que no es tan fácil de volver a colocar, porque es un puente oblicuo. ¿Oblicuo? Sí. Se lo leí en una ocasión a un ingeniero que sabía mucho del puente de Tablada. Sí, sí. Eso es así.

Puede que todo sea así. Que todo eso que dicen sea verdad. Pero creo que llegamos tarde, la cigüeña ya ha tomado una decisión. El Puente de Hierro no se va a mover de donde está. Y es buen sitio para anidar. ¿Han visto alguna vez un nido de nuestras queridas cigüeñas en un lugar provisional o poco estable? Torres y campanarios de iglesias, chimeneas industriales y torres metálicas, árboles altos, etcétera. Creo que la cigüeña sabe perfectamente lo que hace. Un sonido característico anuncia su periodo de celo. Y al cabo de poco más de un mes unos polluelos necesitan comida. Y más ahora, que muchas de estas aves no se desplazan a África. ¿Para qué? Aquí cerca tienen todo lo que necesitan. Sobre todo en los basureros urbanos. ¡Qué mejor sitio para establecerse que las orillas del río! Con la brisa que viene del Atlántico, saludando a las aves que pasan. Lo que sorprende es que otras cigüeñas no hayan anidado en algunos de tantos lugares como hay en Sevilla, tan a propósito y en los que no pasa nada y nadie las molestaría. No los enumero porque ustedes ya los saben. ¿Qué me dice? ¿Que también han anidado allí? No me extraña. Al fin y al cabo, es sabido que Sevilla es una ciudad hospitalaria. Y con las cigüeñas desde siempre.

Hace un par de años escribí sobre el Puente de Hierro. Uno de los peligros de escribir en Sevilla es que se puede tomar un escrito de hace años, volverlo a publicar y que siga vigente. Así de despacio pasan las cosas entre nosotros. Decía entonces: "... el Puente de Hierro tiene ese aire de objeto heredado, que no se sabe qué hacer con él, y que de momento está en el desván. Con valor sentimental e histórico, pero sin utilidad. Lástima que no sea un poco más pequeño, tamaño maqueta y lo podíamos poner en un pedestal, como monumento al olvido. Hablamos mucho del río, del puerto, del aprovechamiento de las orillas. ¿Qué lugar ocupa nuestro puente de los años veinte en todo ello? Al menos por respeto a nosotros mismos, deberíamos saber qué hacer con el Puente de Hierro". La cigüeña ya lo sabe.

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