Análisis

juan ignacio jiménez jiménez y familia

'oratorio', 'quejío' y el teatro ritual andaluz

Escribo estas líneas en nombre de la familia de Alfonso Jiménez Romero, eximio autor, director y creador de teatro, tristemente desaparecido por su temprano fallecimiento en 1995, tanto físicamente como en el recuerdo de las instituciones y los medios.

Hemos asistido en los últimos meses a los merecidos homenajes recibidos por personas y grupos de teatro ritual andaluces, uniéndonos a ellos a veces explícitamente, como en el tributado por el Ateneo Arbonaida de El Cuervo al Teatro Estudio Lebrijano. Es un orgullo para nosotros que se aprecie y se ponga en valor a los autores y creadores andaluces.

Sin embargo, al leer estos días en varios medios de comunicación las noticias anunciando la reposición de la obra Quejío no podemos menos que sentirnos tristes, sorprendidos y bastante indignados porque advertimos en algunas de ellas -no así en la crónica de Diario de Sevilla- una inexplicable falta de información. Sin quitar ni una coma a los elogios que hacen de Salvador Távora, La Cuadra o el Teatro Estudio Lebrijano, sentimos una honda indignación ante el manifiesto olvido del nombre de nuestro querido hermano a pesar del destacado papel que representó en la vida y el desarrollo artístico de los artistas mencionados.

Allá por 1969 en Lebrija, Alfonso y los integrantes del Teatro Estudio Lebrijano (TEL) iniciaron una experiencia que habría de marcar un antes y un después en la incorporación del flamenco al teatro. Esta experiencia se llamó Oratorio, una creación genial escrita por Alfonso Jiménez e interpretada con originalidad por aquel genio tristemente desaparecido que fue Juan Bernabé y el TEL. Por esta obra Alfonso Jiménez fue galardonado en 1968 con el Premio Delfín de Teatro y recorrió Europa con el TEL, cosechando éxitos internacionales, en especial en el Festival de Nancy. Es realmente sorprendente que en muchas noticias se hable de Oratorio y no se mencione a su autor.

En esta obra intervino por primera vez Salvador Távora como cantaor y aportando algunas letras. Allí se conocieron Alfonso y Salvador y de allí surgió la idea de lo que después fue Quejío. Fue una colaboración entre ambos y no hay más que examinar los periódicos, entrevistas y declaraciones de aquella época para ver que en todos los ámbitos, también en todos los países, hablaban de Quejío como una creación de La Cuadra de Sevilla sobre textos de Alfonso Jiménez Romero y Salvador Távora.

Compartir y reconocer los méritos de unos no menoscaba la valía y los merecimientos de otros. La riqueza cultural de una región y de un país está, sin lugar a dudas, en saber reconocer a los que han contribuido de forma indeleble a su crecimiento. Alfonso Jiménez Romero con su vida y con su obra es un patrimonio de Andalucía. Su recuperación del teatro ritual y popular, creando en cada lugar donde ejerció como profesor o vivió grupos de teatros populares que maravillaron, no puede ser olvidada. Su gran humildad y su temprana desaparición han contribuido a que solamente unos pocos, demasiado pocos, sigamos recordando su ingente labor teatral como autor, director y creador. Es nuestro sentir y nuestro deseo que se incluya a nuestro hermano Alfonso en los reconocimientos y homenajes a autores y grupos del teatro ritual ya que estuvo en su origen y en su génesis, así como en la inclusión del flamenco en el mismo. Y por supuesto, que se reconozca su papel en Quejío, obra que se repone hasta mañana en el Teatro Távora y a la que tantos éxitos auguramos.

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