La política cultural no es en qué nos vamos a gastar la plata el año entrante; es ver en dónde queremos estar en 20 años". Luis Miguel Úsuga. Exsecretario de Cultura Ciudadana de Medellín (Colombia).

Las artes escénicas de Andalucía están en un momento difícil. La precariedad asola a los profesionales. Muchas compañías han desmontado su incipiente infraestructura empresarial y están en modo supervivencia. Y desmembrado los núcleos creativos, hasta lo casi unipersonal. En los años pasados de mejor desarrollo y movimiento económico no han surgido productoras capaces de competir en el ámbito nacional. El empresario de teatro, danza o flamenco, que arriesga su dinero y mantiene en nómina al personal mes tras mes, es una figura casi desconocida en nuestra tierra. Solamente algunas compañías tienen una mínima capacidad. Los apoyos a las principales compañías agotan los escasos fondos que se aportan desde los presupuestos públicos para las artes escénicas. Los teatros municipales, presentes a lo largo de todo el territorio andaluz, un logro de décadas pasadas, no han conseguido dar un vuelco a la situación. Siguen como meros locales de exhibición y a veces mal gestionados y mantenidos. Cuando no cerrados. Dentro de veinte años habrá que rehabilitar de nuevo muchos de ellos. Se puede pensar que así ocurre en toda España. Que la recuperación aún no ha llegado a la cultura. Triste consuelo, pero además no es así en todas partes. La situación de las artes escénicas en Andalucía es crítica. Así me pareció el otro día en los Premios Lorca. Los profesionales ya casi no levantan la voz de puro agotamiento.

Y sin embargo, la actividad de las escuelas de Arte Dramático de Andalucía (en Córdoba, Málaga y Sevilla) es mejor que nunca. Los nuevos titulados encuentran los caminos taponados, por la escasez y precariedad del mercado laboral andaluz en las artes escénicas. El autoempleo o el autoengaño, con perdón, pues no otra cosa son las opciones de teatro mínimo o cobrar pasando la gorra, mantienen la ilusión. Para sobrevivir necesitan alternar el trabajo escénico con otros empleos precarios. Solamente hay que intentar cuadrar los horarios de un pequeño elenco, por ejemplo de seis actores o bailarines jóvenes para unos ensayos o bolos, para darnos cuenta del momento laboral tan bajo en que está la profesión en Andalucía. Siguen invirtiendo en formación, en cursos y talleres. Mejor que estar ociosos, claro. Pero ¿a qué coste? Algunos buscan en otros lugares como Madrid la difícil oportunidad. Como hace cincuenta años. Hace tiempo vi una pequeña pintada: "Se alquilan alas de Ícaro". Entonces lo interpreté como el deseo de algún joven de salir de un mundo cerrado que lo agobiaba. Ahora, visto lo visto, les aconsejo que no lo duden, que si tienen una oportunidad se marchen. Que busquen su mundo mejor allí donde se encuentre. Algunos de ellos ya se han ido, de Andalucía o de las artes escénicas. Otros les seguirán, sin duda. Ahora les podemos asegurar que ese mundo mejor para los artistas escénicos no está aquí. Y no sabemos si algún día estará.

MÁS ARTÍCULOS DE OPINIÓN Ir a la sección Opinión »

Comentar

0 Comentarios

    Más comentarios