Juan Diego recibirá el Premio Málaga en la duodécima edición del Festival de Cine Español. Y mucho que nos alegramos. Juan Diego está en racha, y no ha parado de cosechar reconocimientos en los últimos tiempos. Pero es tan bueno el condenado, que todavía se merece más. El gran público lo sigue habitualmente por Los hombres de Paco, ensanchando la serie, como hacen sus compañeros Tous o Nieto, también andaluces. Pero cuando Juan Diego se decide a hacer cine, mucho cuidado, que estamos ante algo grande. Hace tantos años, despegó con papeles como el de Los santos inocentes de Camus, en donde sin ser el protagonista estaba a la altura de los Rabal y los Landa, o La noche oscura, de Carlos Saura, una rareza en la que se metamorfoseaba en San Juan de la Cruz.

En una etapa más reciente, regresó de la mano de Pablo Berger con Torremolinos 73, una película que ganó el certamen malagueño y de la que todavía recordamos ese ser caricaturizado que Juan Diego componía con tanta sabiduría. Lo último grande de Juan Diego fue Casual Day, de Max Lemcke. Uno se preguntaba cuando fueron hechas públicas las nominaciones de los Goya dónde quedó perdido su nombre. Sólo se comprende esta omisión caso de que los académicos no hubiesen visto la película. El Círculo de Escritores Cinematográficos vino a reparar ese entuerto. Un año antes esa delicia que es Vete de mí, de García León, sí había logrado ser vista y valorada por todos.

Aplaudiremos en Málaga a Juan Diego. Aplaudiremos al Padre Coraje de Benito Zambrano que sirvió de locomotora para relanzar las TV Movies, que algunos aprovecharon para cometer ciertos excesos, y sobre todo, las carreras de muchos actores que despuntaban allí. Juan Diego, el de Sevilla, se paseará como un rey por Málaga. Será en abril, y allí estaremos.

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