Valor añadido

Carmen Calleja

Aguirre y los sindicatos

LA agresiva propuesta de Esperanza Aguirre de rebajar las horas sindicales que su comunidad autónoma tiene pactado con los sindicatos ha recibido diversas interpretaciones. Para unos es una cortina de humo, ante el Debate del estado de la Comunidad, haciendo que la atención no se pose en los problemas reales de su gestión.

Otros han visto un ataque hacia los representantes de los trabajadores, aprovechando una supuesta corriente de desafección hacia las organizaciones sindicales. Con ello practicaría una oportunista emulación de su modelo ideal, Margaret Thatcher.

Tengo para mí que, en concurrencia con esas finalidades, hay otra principal. Atacar a los sindicatos en los días previos a una huelga general tiene el efecto de convocar a muchos trabajadores a que vayan a la huelga, tal vez cambiando de planes, por defender a su organización sindical, tan frontalmente atacada, no sólo por rebajarle el crédito de horas sindicales disponibles, sino por el atentado a su buena reputación.

Aguirre es lista, nadie lo duda, y hábil políticamente. Seguro que habrá pensado que un éxito de la huelga general se leerá como una censura sindical y social hacia la gestión del presidente Zapatero, aunque se sumen trabajadores de la Comunidad de Madrid, protestando la decisión de Aguirre.

Puede que los liberados sindicales no gocen de buena prensa, ni siquiera entre los trabajadores. Pasa igual con cualquier cargo representativo: políticos, directivas de asociaciones y de clubes, juntas rectoras de colegios profesionales e incluso de las organizaciones empresariales. Pero, en el ámbito del trabajo, cuando un trabajador tiene un problema acude a su comité de empresa o a su sección sindical a pedir ayuda, que habitualmente recibe. Por eso creo que el ataque que ha formulado Esperanza Aguirre tendrá un efecto llamada a participar en la huelga general. Porque una cosa es que uno critique a los suyos y otra muy distinta que desde fuera se amenace y se denigre a quienes están obligados a defenderle y le defienden.

Con su habitual oportunismo, Aguirre saca a la palestra este asunto precisamente ahora. El argumento del ahorro de gasto, tan plausible, podía haberlo utilizado ya en el anterior Presupuesto, plenamente inserto en el contexto de crisis. Además, puestos a recortar, hay que establecer prioridades según el grado de superfluidad del gasto a suprimir. Seamos demagógicos: parque móvil, publicidad, TV autonómica y un sinfín de partidas aparentemente más superfluas y, sobre todo, cuya supresión no exige la ruptura de convenios colectivos pactados.

Lo dicho: ¡cuánto animan a ir a la huelga cosas como ésta! Pero, no lo olvidemos, la huelga general se hace contra Zapatero.

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