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Pablo Bujalance

pbujalance@malagahoy.es

A Aitor Esteban

Es normal que quien lleve la boina calada se consuele con la idea de que todos los demás también la llevan

Estimado señor Aitor Esteban, portavoz del PNV en el Congreso de los Diputados: hace unos días escuché unas declaraciones suyas en RNE en las que afirmaba de manera tajante que "todos los andaluces se sienten españoles". Y llegaba a esta conclusión, según admitió usted mismo, a tenor de que los jugadores del Sevilla, el equipo de fútbol, lucen en sus camisetas la bandera de España. Le escribo porque un servidor considera que tales manifestaciones nos permiten comprobar dos sospechas. La primera es que el fútbol es el mayor combustible del nacionalismo. La segunda es que usted, como portavoz nacionalista, no tiene ni idea de lo que sucede en Andalucía ni en el resto de España. En Andalucía, señor Esteban, hay gente que se considera española, andaluza, de todas partes y absolutamente de ninguna. Pero lo mismo sucede, me temo, en Extremadura, en Madrid, en Valencia, en Cataluña y en el País Vasco. No crea, no estoy diciendo que todos somos iguales. Pero yo me refiero, eso sí, a una cuestión de oportunidades, no de identidades: para ganar la autonomía que ustedes desprecian, los andaluces tuvimos que pelear un poquito. Aunque hasta todo un líder de Podemos llegue a interpretar esto con la peor intención posible.

A lo mejor no me creerá usted, pero en Andalucía, Galicia, Murcia y el País Vasco hay gente a la que le importan un pimiento la nacionalidad y la identidad del otro. Que juzga a las personas por su buena o mala voluntad, sus acciones, su generosidad, su empatía, su sensibilidad hacia el sufrimiento ajeno y su capacidad de hacerse querer, no por que se sientan de tal o cual sitio. Entiendo que los nacionalistas consideran que todos somos nacionalistas; al cabo, es normal que quien lleva la boina calada se consuele con la idea de que todos los demás también la llevan. No, señor Esteban: pueden ustedes guardarse sus banderas, sus patrias, sus territorios históricos, sus identidades nacionales y sus agravios y dejarnos tranquilos de una vez. Pero, por favor, no les haga la vida imposible a sus vecinos que no comulgan con sus ideas y sí, tal vez, con las mías.

Le confesaré cuál es mi credo al respecto. Lo escribió un cordobés llamado Séneca hace casi dos mil años: "Aunque te relegasen al extremo del mundo o te confinasen en el seno de la barbarie, te encontrarás bien dondequiera que establecieses tu morada: esto depende más del huésped que de la casa; por esta razón no debemos apasionarnos por ningún paraje. Necesario es vivir persuadidos de que no hemos nacido para quedar fijos en un punto determinado: mi patria es todo el mundo". Cordialmente.

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