Alzamiento de Bienes

La Convergencia condenada por corrupción ya no existe. Trasladó sus activos a PDeCat y JxC e ignora sus deudas

Debemos estar vacunados contra la corrupción política. En el capítulo de esta semana, Convergencia de Cataluña ha conseguido el título oficial de partido del 4%. La sentencia del Caso Palau establece que eso cobraba el partido de los presidentes Pujol, Mas y Puigdemont por los contratos de obra pública a través de un santuario de la burguesía ilustrada catalana desde principios del siglo XX, el Palau de la Música, cuyo edificio modernista es Patrimonio de la Humanidad. Impasible ante la condena que obliga a CDC a devolver 6,6 millones, Artur Mas, antiguo presidente convergente y de su marca posterior PDeCat, ha dicho que Convergencia ya saldó sus culpas desapareciendo. El partido ya tenía sus sedes embargadas, pero su valor supone sólo la mitad de lo que debe.

Eso en el mundo de la empresa se llama alzamiento de bienes: derivas tus activos a otra sociedad y haces desaparecer la que tiene deudas. El pasivo en este caso no es sólo económico, sino moral, ético. Aunque a los interesados y a sus compañeros de viaje no les importe. Enfáticamente Puigdemont habla en Bruselas de legitimidades. Una proclama con la que pretende tapar que el partido con el que fue alcalde de Gerona, dentro del que se camufló en el PDeCat, para llegar a la presidencia de la Generalitat escondido en la lista coral Junts pel Sí y con el que hizo una última huida bajo las siglas Junts per Catalunya, es una organización corrupta. Algo perfectamente ilegítimo.

Un poquito de vergüenza sí que les da. Rufián, el jefe de los tonton macoute mediáticos de Esquerra se apresuró a decir que Félix Millet no era de los suyos, ¡que en realidad es amigo de Aznar! Millet es biznieto del fundador del Orfeón catalán, propietario del edificio, y ha deshonrado su apellido al convertir al Palau en lavadora del dinero negro de constructoras que llegaba a Convergencia, dentro de un saqueo que Deloitte cifró en 33 millones de euros.

También en privado le da vergüenza a dirigentes del PP lo que se oye en el juicio a la trama valenciana de Gürtell. Mismos objetivos y misma técnica. Las constructoras pagaban a la empresa de Correa los gastos electorales del PP valenciano de la era Camps. Una música parecida a lo investigado sobre la caja B de Bárcenas, los sobres o los pagos en negro que hubo en simultáneo en Génova. Ambos, convergentes y populares, tiran cada uno de un cabo de la cuerda catalana. Mientras más ruido hacen con el juego de la soga, piensan que se notan menos estas fechorías. Pero nos afectan hasta vacunados.

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