Ocho años ya, con sus días y con sus noches, pasaron ocho años de aquel sábado frío y luminoso en que aún se festejaba San Francisco de Sales sin tapujos. Y en aquel sábado en que se celebraba el Patrón de los periodistas, una niña que alboreaba a una vida que ni a imaginar que le guardase la celada que le guardó dijo adiós sin que sólo la escuchasen las alimañas que le quitaron la vida. Ocho años se cumplen esta tarde de que unos padres que van quedándose sin lágrimas la viesen por última vez y todo sigue como el primer día, sin que esos padres, y ese abuelo ejemplar que hasta araña la tierra en busca de una solución, hayan sabido dónde está Marta. El caso de esta niña rubia y que tan mal supo elegir su entorno es una vergüenza que nos saca los colores a todos los que componemos esta sociedad enferma y desnuda de valores que nos está tocando sufrir.