PASA LA VIDA

Juan Luis Pavón

Analfabetos conductores

Oconductores o analfabetos, en este caso el orden de los factores sí altera el producto. La destreza y los reflejos al volante no son proporcionales a la capacidad de leerse un libro o entender un impreso oficial. ¿Cuántos trashumantes de la economía sumergida saben conducir pero no han cruzado el rubicón de los exámenes? La picaresca sobrevuela las autoescuelas para sacar tajada de la presión demográfica. Ayer se puso de manifiesto nuevamente en Sevilla con la desarticulación de una red de impostores que cobraban por hacer los tests del examen teórico con DNI falso en nombre de quienes les pagan porque tienen más dinero que latines. Para el examen práctico sí tienen maña y no necesitan un doble ni aflojarse el bolsillo.

En la seguridad vial está más avanzada la función fiscalizadora que la educadora. Las bolsas sociológicas de analfabetismo funcional que perviven e incluso rebrotan en ciudades y áreas rurales se agrandan con la riada de inmigrantes que necesitan imperiosamente disponer del permiso de circulación para trabajar en lo que sea, aunque en lengua española estén más cortitos que Van Gaal. Y la disfunción entre la teoría y la práctica abona el terreno a los fraudulentos.

Urge afrontar este círculo vicioso de modo integral, planteándose cómo examinar a los adultos sin papeles y con más kilómetros que Abel Antón. Desapruebo cualquier intento de amnistía generacional o psicosocial, igual que reprocho condenar a prisión a un analfabeto por conducir de esta guisa si no ha causado un percance. Ni barra libre ni desproporción en el castigo. La cultura del esfuerzo también debe barnizar este problema. De lo contrario, tal y como está el desempleo, se podría convertir en una opípara salida laboral la diplomatura en examinarse por otro con DNI falso. A 3.000 euros la media hora es una remuneración muy competitiva.

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