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la tribuna

Felicidad Loscertales Abril

Andalucía quiere y puede progresar

PARA sí y para todos sus hijos… Andalucía quiere todo lo mejor, es decir: progresar, crecer, tener un nombre digno y una consideración positiva. Un reconocimiento sincero y realista a lo que significa su historia y el puesto contemporáneo que día a día se está ganando. Pero me gustaría, desde mi condición de sevillana y andaluza, decir lo que creo que somos Andalucía y sus gentes porque algunas personas que opinan sobre nosotros no nos conocen.

Andalucía, con bastantes probabilidades, pudo ser el rico y "fabuloso" reino del tartésico Argantonio y, desde luego, con toda certeza fue la romanizada y exquisita Bética, una de las perlas coloniales del Imperio de los Césares, cuya lista de nombres ilustres engrosó con algunos tan destacados como los de Trajano, Adriano o Séneca. Ya en la Sevilla visigoda, San Isidoro recogió en sus Etimologías todo el saber que sustentaba a la humanidad en esos momentos. Y fue también Andalucía la tierra del Califato de Córdoba que nada tuvo que envidiar al de Bagdad, y del reino Nazarí de Granada, cuyo dulce y sofisticado brillo sirvió de marco a reyes desgraciados como Boabdil, emperadores enamorados como Carlos V, o literatos deslumbrados como Washington Irving.

Los tiempos históricos, que no detienen su marcha, dieron un nuevo rumbo al caminar de Andalucía, que aunque siguió teniendo una apertura "americana" con el Puerto de Indias (primero Sevilla y luego Cádiz) vio frenada su vocación universalista por los problemas de la decadencia de la monarquía española y por la "equivocada conducta" (digámoslo así piadosamente) de una nobleza territorial que, fue cambiando tanto que muchos de sus integrantes dejaron de ser nobles para convertirse en señoritos.

Y, sin posibilidad de abrir nuevas vías comerciales, que no interesaban a los señoritos, ni tenían una burguesía que las impulsase, Andalucía se fue orientando a una vida predominantemente agrícola que, aun siendo rica y múltiple, nunca fue llevada con mente empresarial, ¡es que eso no es de "señores"! (o de señoritos!). Con la dificultad añadida de un Mediterráneo dividido en dos, con una durísima frontera entre el mundo cristiano y el turco: batallas tremendas como la de Lepanto que arreglan poco y un intercambio permanente de cautivos y rescates que ya nos contara Cervantes que lo vivió en sus carnes.

En suma, Andalucía, en razón de su tamaño (más o menos un tercio del territorio nacional) y de su situación geográfica es una tierra rica y variada que, desde el mar a la montaña tiene de todo. Y con la sabiduría no escrita de las herencias culturales romana, musulmana, judía… y su propia experiencia de siglos, el pueblo andaluz seguía adelante y calladamente fueron estando ahí el aceite, los vinos, las naranjas, las conservas marítimas, los anisados de Rute, Cazalla o Constantina, los jamones y chacinas de Huelva y Granada, los dulces de conventos y tantos otros genuinos productos… a pesar de lo difícil que ha sido no ya progresar sino mínimamente sobrevivir.

No obstante, las gentes de Andalucía quieren progresar a pesar de que durante mucho tiempo no han tenido dirigentes, no han tenido estímulos, ni una adecuada oferta educativa, ni justas remuneraciones, ni muchas otras cosas tan necesarias… No es el momento de lamentaciones, pero muy de pasada conviene recordar cómo los andaluces percibimos de muchas personas e instituciones el abandono, el desprecio, el abuso, el saqueo… pero, aunque duela, lo recodamos sólo de pasada porque Andalucía, lo volvemos a repetir, quiere progresar y lo está consiguiendo, despacio y con sus propias peculiaridades, pero lo está consiguiendo.

Y actualmente, desde que llegó la democracia, el ritmo es más rápido y ya podemos hablar de una Andalucía que encierra muchas Andalucías: la de las Universidades donde hay equipos de investigación de alto nivel; las de los hospitales algunos de los cuales son experto en trasplantes y otras técnicas de alta sofisticación que ponen su listón muy alto tanto en cantidad como en calidad; la del mundo empresarial que, con grandes dificultades por la dichosa crisis, comienza a despuntar; la de las hermandades y cofradías, dimensiones valiosísimas de la vida grupal y social que, muy a la vista en Semana Santa, desarrollan, calladamente a lo largo de todo el año, una intensa vida de actividades fraternales, caritativas, educativo-culturales… todas ellas bajo el cristiano mandato de que no sepa tu mano izquierda lo que hace la derecha.

Y que me perdonen todas aquellas instituciones y personas que no menciono porque se me acaba el espacio pero no mi respeto y cariño que por igual proclamo para todos los que aman a Andalucía y viven y trabajan para engrandecerla y hacerla progresar.

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