En la novela de Scott Fitzgerald Hermosos y malditos hay un divertido diálogo que sirve de paradigma para la autonomía andaluza. La protagonista le dice a su pareja "cuando tengamos un hijo quiero que se parezca a ti". Él le da pie a que se desdiga: "excepto las piernas". Ella a partir de ahí corrige. "Sí claro, tienen que ser las mías. ¿La nariz? También la mía… y mi boca, e imagino que la forma de mi cara. Quizá tampoco estaría mal que tuviese mi pelo". Y él concluye: "Querida, te has quedado con todo el niño". Algo parecido ha ocurrido con el PSOE y la Junta de Andalucía.

El sempiterno partido en el poder empezó pretendiendo ser el que más se parecía a Andalucía y, 37 años después del referéndum del 28 de febrero, la institución que encarna la autonomía es la que se parece al PSOE. El PSOE se ha quedado con toda la Junta. La falta de alternancia hace que los vicios se enquisten. Un ejemplo: los secretarios provinciales del partido designan a los delegados territoriales de las consejerías y a todo el equipo de libre designación. En las provincias manda el aparato socialista, no el consejero. Taifas.

Estamos en vísperas del Día de Andalucía, convertido en jornada de glorificación de los logros de la autonomía por el partido gobernante. Nos dirán que Andalucía ha mejorado mucho en estos 35 años de existencia de la Junta. Es cierto. Tan cierto como que todas las regiones españolas sin excepción, o las vecinas portuguesas Algarve y Alentejo, han prosperado una barbaridad con gobernantes de todo signo. Pero Andalucía suspende en una asignatura vital para su futuro, la construcción regional. Está en su tradición: ya sostenía Domínguez Ortiz que los andaluces se sentían muy de su patria chica y muy españoles. Pero ahora es más tribal que a comienzos de los 80.

Esta semana se celebró en Málaga una jornada sobre su relación con Sevilla, organizada por la Fundación Manuel Alcántara. Participaron directores de los diarios locales y notables articulistas. La Junta no quedó bien parada en el capítulo de la vertebración. Se ha hecho bastante en el campo de las infraestructuras. (Aunque de manera desigual; la parte oriental ha salido perjudicada). Pero no se ha avanzado en el ámbito de la especialización y la cooperación entre territorios. Cada capital quería una universidad, un puerto de contenedores y otro de cruceros, un palacio de ferias, un aeropuerto internacional, un AVE. Cada pueblo, un polideportivo, un teatro, un centro de salud. Y nadie priorizó, repartió papeles e integró.

Después de 35 años de autonomía, Málaga y Sevilla se buscan. Algo es algo; pero lo hacen por iniciativa privada. En esta Andalucía tribal hay que oírse. Estaría bien tener una conferencia de alcaldes de grandes ciudades y presidentes de Diputación, al estilo de la conferencia nacional de presidentes autonómicos. Andalucía debería romper el auge del localismo que crece desde los años 80. Es imprescindible para que progrese.

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