Bajo el lema ¿No crees que esta práctica pertenece a otra era? Pues no. Todavía existe, una ONG animalista francesa ha lanzado con éxito a las redes un vídeo en el que se ve a un torero lidiando un dinosaurio. Pese a que la ONG está convencida de que las corridas son "un espectáculo trasnochado que está muriendo por sí solo" ha iniciado la campaña porque desea "que desaparezca más pronto que tarde" y quiere acabar cuanto antes con las subvenciones a las ganaderías, algo que considera inaceptable porque "nuestra sociedad rechaza la tauromaquia". Allá ellos. Pero muy bien informados no deben estar porque casi a la vez escribía Rubén Amón: "Un concepto diferente del espectáculo y el creciente número de toreros, ganaderías y novilleros animan la fiesta de los toros en las plazas del sur del país" (Francia: nueva esencia de la tauromaquia, El País, 27-4-17). Tan animada está la tauromaquia allí que los aficionados catalanes han de pasar la frontera para asistir al festejo prohibido como en el franquismo lo hacían para ver las películas igualmente prohibidas. Cosas de la censura. Como lo verde en aquella película de López Vázquez, para los catalanes lo taurino empieza en los Pirineos.

En cuanto a lo de no subvencionar algunos espectáculos porque supuesta o realmente la sociedad los rechaza y se consideran trasnochados, tiéntense los aficionados a la música antigua, clásica o contemporánea y a la ópera, porque podrían quedarse ayunos de estas manifestaciones artísticas que la mayoría considera trasnochadas y sobreviven al evidente vacío social y al exilio mediático gracias a las subvenciones. Ni la opinión de las mayorías ni el juicio siempre subjetivo sobre su carácter actual o trasnochado debe incidir en las subvenciones a las manifestaciones artísticas que representan importantes valores culturales ligados a la identidad y la creatividad. Que los toros son, en sí mismos y como inspiración de otras artes, parte esencial del patrimonio cultural español es un hecho histórico, no una opinión. Y como todo patrimonio cultural debe ser protegido por los poderes públicos.

Qué puritana manía de prohibir tiene nuestra permisiva sociedad. Y qué tsunami de estupidez padecemos, una de cuyas recientes cumbres (y no es broma) ha sido considerar maltrato animal que San Jorge mate al dragón. Toros o dragones, ¿al tonto qué más le da?