Dualidad a hacer muchas puñetas, Sevilla entera a la calle por la misma causa, por ese señuelo mágico que tienden los Magos de Oriente en el intrincado dédalo urbano de una ciudad que rara vez tuerce por una misma cosa. Es la gran tarde de Sevilla ésta de víspera de la Epifanía, ni Semana Santa ni el día más grande de Feria, hoy es cuando más gente se echa a la calle y toda va rumbo a la Cabalgata, ese invento de José María Izquierdo que, con el tiempo, revitalizaría el recordado José Jesús García Díaz mediante aquella frase, marketing puro de la época, de que la Cabalgata son los niños y los caramelos. Los caramelos y los niños en el ilusionante mano a mano de esta noche única y ni a la que la amenaza de la lluvia la apea de su sitial. En el mismo sitio y a la misma hora del día soñado, estamos ante la atardecida y noche más grandes de este rincón único, Sevilla.