La ciudad y los días

carlos / colón

Apropiación de la República

TOTALMENTE de acuerdo con lo que el profesor Ángel Rodríguez escribía en estas páginas: "Nuestra monarquía ha propiciado que se cumplan los ideales de la República (que impere la voluntad democrática del pueblo) sin que asomen los peligros que terminaron con ella (que el conflicto político inunde el necesario espacio básico del acuerdo). Es cierto que la República del siglo XXI no tendría por qué afrontar los mismos riesgos, pero dudo que merezca la pena comprobar cuáles podrían ser los nuevos".

Una ojeada a Europa demuestra que a la salud democrática de las naciones le sienta tan bien la república (Francia, Alemania, Italia) como la monarquía (Inglaterra, Holanda, Suecia). Hasta se podría decir que la más longeva y sólida democracia europea, la británica, es desde hace siglos una monarquía parlamentaria.

Los déficit democráticos que en nuestra vida política se puedan notar o el desgaste actual de las instituciones nada tienen que ver con la forma de gobierno, ya sea monarquía parlamentaria o república, sino con vicios imputables a nuestro lastre histórico, al carácter moldeado por nuestra cultura o a acciones concretas de personas singulares que pertenecen a la Casa Real o militan en partidos políticos.

Si los escándalos protagonizados por miembros de la Casa Real impugnaran la monarquía, los escándalos que han afectado y afectan a los partidos mayoritarios impugnarían la mismísima democracia. Una estrategia peligrosa utiliza contra la Corona parecidos argumentos a los que el franquismo utilizó contra los partidos. Las acciones individuales no restan legitimidad ni a la Corona, ni a los partidos, ni a las instituciones.

Las manifestaciones del pasado domingo fueron más comunistas que republicanas. La identificación entre República e izquierda es abusiva, una indeseable herencia del golpe de estado de 1936 que se llevó por delante, no sólo a socialistas y comunistas, sino a republicanos moderados y liberales. Lea el prólogo de "A sangre y fuego" de Manuel Chaves Nogales quien lo dude. El Partido Comunista no puede presumir de haber sido leal a la Segunda República, sino más bien lo contrario. Es una broma pesada que ahora pretenda encabezar la reivindicación de la Segunda República y la reclamación de la Tercera. La España de hoy cumple los sueños de Alcalá Zamora, Martínez Barrio y Azaña. Hacia quienes los comunistas, todo sea dicho, no sintieron ningún aprecio.

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