Las dos orillas

José Joaquín León

Arenas no se destapa

JAVIER Arenas tiene posibilidades de ser el próximo presidente de la Junta de Andalucía. Escrito así queda solemne, pero no sería igual si tuviera un 99% de posibilidades, como le gustaría a él, o un 1%, como preferiría Chaves. En cuatro años las cosas pueden cambiar. Fíjense que, en tres meses, desde las últimas elecciones, ha dado tiempo a que se monte en el PP la de "a mí, Mariano, que los arrollo", y a que Zapatero asista enternecido a una huelga salvaje de coco y huevo, a las sutilezas lingüísticas y de telecomunicaciones de Bibiana, y a una política de inmigración que no la entiende ni él. Y todo ello mientras Chaves, sorprendido, contempla cómo detienen a otro alcalde en la Costa del Sol malagueña, llamado Antonio Barrientos y residente en Estepona, casualmente del PSOE, como Isabel García Marcos, que también dijo en su día eso tan bonito de que "todo el peso de la ley caiga sobre los corruptos".

Así las cosas, Javier Arenas descartó ser el próximo secretario general del PP. Rajoy sigue manteniendo el enigma. No se sabe si sacará a su secretario o secretaria de la chistera, de debajo de las piedras de la calle Génova, o del armario de Fraga, que es quien ahora da las ideas. Pero se sabe que Arenas ha declinado gentilmente la invitación y sólo aceptará cargos que no le impidan mantener su plena actividad política en Andalucía. Se supone que para no distraerse de su gran objetivo: socavar los cimientos del Imperio de Chaves, donde no se pone el sol en la cara desde hace varias décadas, y tenemos enchufados de por vida. Pero hay algo más detrás: Arenas no se destapa.

Uno se tapa para librarse de las cachetadas políticas que le dan a los destapados. Las cachetadas del PP se las han llevado Rajoy, que las ha resistido con sacrificio y entereza, soportando bien el castigo; Esperanza Aguirre, que hizo mutis por el foro en cuanto se las vio venir; María San Gil, que se ofreció ella misma al sacrificio; y Juan Costa, que salió con aspecto de boxeador sonado desde el principio. Algunas collejas colaterales les han caído a personajes secundarios, como la joven Soraya, el tal Elorriaga, un Arístegui que pasaba por allí, otros semejantes, y hasta don Manuel Fraga, que echaba de menos esos trotes.

Los más listos están a cubierto. Unos, como Rodrigo Rato, con ese aire de "estoy ahí, sin estar ahí, ustedes me entienden". Otros como Javier Arenas, Alberto Ruiz-Gallardón y Francisco Camps, colocándose bajo el paraguas de Mariano. Así están tapados y bien tapados ante la que sigue cayendo, con la esperanza -que no sólo la tiene Aguirre- de que a lo mejor un día les toca ser el candidato a presidente del Gobierno. Javier Arenas sabe que tiene posibilidades, aquí y allí. Y sólo el tiempo dirá si son más o menos.

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