LA gente de confianza del PP no sabe hacer televisión pública. No generan interés y aún menos credibilidad. Su concepción es la televisión de propaganda con aspiración al control total de las redacciones. Aunque digan que hacen lo mismo que los del PSOE, al saberse en contra de gran parte de la infantería periodística y sindical, sus ambiciones de tutoría y manipulación se hacen más evidentes y casposas. Ni siquiera saben rentabilizar la barra libre y al final se cansan del juguete y lo tiran a la basura, como en Valencia. Canal 9, un puro disparate presupuestario, está costando más cerrada que en funcionamiento y los valencianos se han quedado sin que les hablen de su entorno, aunque fuera desde una cadena desprestigiada. Telemadrid, otro despilfarro en manos populares, aleja a cualquier espectador moderado con sus tertulias e informativos. El director general que hizo despidos a mansalva fue José Antonio Sánchez. Sí. El actual presidente de RTVE. Ahora está empeñado en producirmuchas telenovelas y mantener una parrilla de programas y presentadores de cartón para aguantar en el 10% de cuota.

Hace tres años el PP puso sus ojos en Canal Sur. Existía un tóxico ambiente contra la cadena de la Junta, tildada de manipuladora. Oh,sí. Qué diferencia con esas tristes municipales peperas. Hasta entrenaron a Agustín Bravo para que fuera la estrella del futurible proyecto de despidos y venganzas. Vendieron la piel antes de cazar al oso, como los de Podemos, y la soberbia de Javier Arenas salió cara: el día que despreció acudir a los debates de Canal Sur firmó su sentencia. Ya no lograría la mayoría absoluta. Su ausencia fue letal porque se percibió que el PP llegaba con más ganas de imponer que de proponer.

El retoñillo está saltando a la vera de San Juan, como un ansioso suplente. También se quejaba Esperanza Aguirre de verse ninguneada por La Sexta e hizo el ridículo con Évole. El podemismo, incubado al calorcito de los focos, ya le ha ganado la partida en los platós al PP. Un partido que ha maltratado a la TV.