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Titular: "Urkullu teme que ETA pueda llegar a atentar contra el PNV". En efecto: el presidente peneuvista se muestra preocupado porque su partido "está en el punto de mira de ETA desde hace mucho tiempo". Para Urkullu, "sin olvidar a las víctimas que ETA haya ocasionado en los mundos ideológicos, sean del PP o del PSOE, el enemigo político de todo ese mundo es el PNV". Sin embargo, salvo en el caso de algún ertzaina (en quien, al parecer, pesaba más la lacra de ser policía que el blindaje de ser peneuvista), el presidente reconoce que hasta ahora ETA no ha atentado "de manera generalizada" contra miembros de su partido. Es la caducidad de este salvoconducto, la pérdida de esta "neutralidad" o el deterioro de este blindaje -llámese como se quiera a lo que hace que caigan miembros del PSOE y del PP, pero no del PNV- lo que le preocupa.

El dirigente nacionalista atribuye este "respeto" etarra a los miembros de su partido a cuestiones afectivas y estratégicas: "quizá" ETA -afirma- temía "la convulsión que provocaría dentro de su propio mundo" que hubiera "actuado personalmente por la vía de atentados" contra dirigentes nacionalistas. Sin embargo, en estos momentos "no despreciaría que haya una nueva generación en todo ese mundo, que tenga ya menores ataduras, incluso afectivas y familiares con lo que pudieran ser personas arraigadas en el PNV, que pueda superar esa barrera" y llegara a perpetrar acciones terroristas contra su partido. "Nos tenemos que temer lo peor y tenemos que estar preparados", concluye.

Es comprensible que al buen hombre le preocupe que pueda haber una nueva generación etarra que tenga "menores ataduras incluso afectivas y familiares" con el PNV. Porque él sabe mejor que nadie lo que le sucede a quien, sin estar protegido por dichas ataduras, se opone a ETA. Oposición es una palabra democrática. Para los totalitarios, como los etarras y sus socios políticos, toda oposición es una intolerable agresión que convierte al opositor en enemigo y, por ello, en blanco de sus balas. Parece como si hasta ahora, por decirlo en coppoliano-corleoniano, las disensiones entre el PNV y ETA fueran cosa nostra, asuntos di famiglia; y las luparas, mientras pueda evitarse, no apuntan a la famiglia. Y que temiera que una nueva generación no respetara el viejo código de honor ni las ataduras afectivas y familiares. De ahí que los peneuvistas, según Urkullu, tengan que temer lo peor y estar preparados. Que pidan consejo a sus colegas del PP y del PSOE: hace mucho tiempo que están preparados y que saben lo que es no temer, sino sufrir lo peor.

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