SUENAN en una lontananza no muy lontana tambores de huelga en nuestro fútbol. Es más, el mandarín del fútbol profesional, el ínclito Javier Tebas, adelanta que ya tiene elegida la fecha del parón. Todo viene a cuenta de la parsimonia que el Gobierno muestra en aprobar el decreto que regule la venta centralizada de los derechos audiovisuales. Una promesa de Cardenal que se eterniza y que ha puesto de los nervios a los clubes.

Los dineros de la tele se ve en todas las tesorerías de nuestro fútbol como el maná que permite la supervivencia. Aunque todos sabemos que el fútbol es un monstruo que se come cuanto le den, desde que en el verano del 96 empezó a llover el dinero televisivo existe la sensación de que la clase media está sojuzgada por los dos grandes y se teme que estos grandes no se desprenderán del comodín que les cayó en las manos porque saben que sin ellos en pantalla nada sería igual.

Pero resulta que con las conocidas reticencias de Real Madrid y Barça a que se abra el abanico de recursos ha surgido una que ha sorprendido a todo el personal. En la última reunión al respecto, la unanimidad iba a quebrarla el Athletic Club de Bilbao. Al gran club vasco no le interesa que se rompa el actual statu quo. Con Ajuria Enea y la Diputación de Vizcaya subvencionándolo sin rubor, al Athletic le viene mejor que los ricos sigan siendo ricos y que no se mejore a los demás.

Todos los clubes con más dinero pondrían a los leones en situación de inferioridad por la sencilla razón de que tienen menos mercado en el que comprar futbolistas. Ellos no es dinero, más dinero, lo que necesitan, sino más caladeros donde pescar. Como su filosofía es contraria a expandir sus zonas de pesca saben que no por más dinero van a ser más potentes. En cambio, sus rivales hoy directos sí se potenciarían y ello podría hacerles peligrar hasta la permanencia en Primera.