al punto

Juan Ojeda

Austeridad y sabiduría

POR aquello de la austeridad no voy a escribir sobre el Congreso de PSOE porque, entre ayer y hoy, ya se ha comentado mucho el tema y, por economía de medios, mejor es dedicarle algunas líneas a otros asuntos que tienen bastante más importancia a corto plazo, porque inciden directamente en lo que es nuestro pan de cada día. Ese pan que, a raíz de los últimos datos sobre el paro -por vez primera el número de desempleados registrados en Andalucía supera el millón- cada vez se pone más difícil para tanta gente.

Así que se impone la austeridad, a nivel público y a nivel privado. Hay que reducir el déficit, hay que reducir la deuda, hay que reducir el gasto. Por eso hay que ser austero a la fuerza, porque hay que conseguir un reequilibrio económico y financiero de mil pares de narices. Tanto es así que, para cumplir con el tope del déficit del 4,4, habría que recortar los presupuestos del Estado en unos 40.000 millones de euros. Y a ver de dónde. Pues en ese dónde es donde está el problema, porque si nos pasamos de la raya podemos morir, no por culpa de la enfermedad, sino por efecto del tratamiento para curarnos.

Decía el otro día el secretario de Estado para la Unión Europea, Íñigo Méndez de Vigo, con una amplia experiencia en el Parlamento Europeo, que sólo con austeridad no se sale de la crisis, y añadía que hace falta, además, liquidez, crecimiento y estímulos. El problema, claro está, consiste en la manera de combinar todo esto con unas drásticas medidas de austeridad. Hay que añadir, faltaría más, una profunda reforma del mercado laboral que propicie la contratación pero que no facilite y abarate el despido de los que actualmente tienen trabajo. Más difícil todavía.

De forma que estamos ante la cuadratura del círculo, porque da la impresión de que hay que hacer una cosa y la contraria. Pero, para eso, está la política -por mucho que la denigre el señor Botín-, pero la política de altura, la que ha de ponerse de manifiesto en circunstancias excepcionales como las que estamos viviendo. Ese tipo de política consiste fundamentalmente en marcar prioridades, en escoger opciones, en mezclar soluciones y en buscar equilibrios. Y no hay fórmulas milagrosas, pero sí hay, tiene que haber, decisiones marcadas por el sentido común, el conocimiento de la realidad y la experiencia humana y política, que es lo que hace falta para adoptar decisiones que van a afectar a la vida de millones de personas. Por encima de las recetas técnicas, muchas de ellas contradictorias entre sí, está la sabiduría política que tiene que colocar cada pieza del rompecabezas en su sitio. Por eso estamos convencidos de que es necesaria la austeridad, pero también la sabiduría.

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