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Cuchillo sin filo

Francisco Correal

Para, por, según, sin, so, sobre, tras

EN una miscelánea radiofónica contaron que el hipocampo, el caballito de mar de las canciones infantiles, es el que se queda embarazado y pare a los hipocampitos. Y la hipocampa, que es la auténtica caballa, es la que lo fecunda. Ya lo decía Alberti, coleccionista de atlantes: el mar, la mar... insinuando esa ambigüedad innata de los humedales y los océanos. La fábula del hipocampo fecundo y jocundo por la hipocampa en esos hipódromos abisales en los que gobierna la imaginación de Julio Verne me vino a la mente cuando leí la información de que Gaspar Llamazares se iba a autoinculpar junto a otros militantes de Izquierda Unida por aborto ilegal. Un hombre llamado caballito de mar, émulo de aquel centauro del celuloide interpretado por Richard Harris.

No es cosa de bromas, pero creo que frivolizar con el que frivoliza es pecado baladí, falta levísima, licencia en cualquier caso para retratar la impostura de guardarropía que los dirigentes de esta coalición tienen hacia esos ismos que serían los bisnietos de la Revolución Francesa: pacifistas, feministas, ecologistas. Causas justísimas en las que una raya casi imperceptible separa la dignidad del ridículo, la heroicidad del escarnio. Otro caso ejemplar de este marketing de la marginación, arcenes rebelados contra el despotismo de las carreteras, es la cartelería organizada con fondos públicos para zurrarle la badana a la "Europa de la guerra y el neoliberalismo". A modo de mandamiento laico, han elegido una frase-guía: "Por la paz, para la guerra". El equívoco entre el presente de indicativo del verbo parar y la preposición es un ejemplo de la indigencia gramatical de estos revolucionarios de pitiminí. El comunismo fue un desastre como experimento, pero al menos dejó preclaros ejemplos de hermosura conceptual, desde el cubismo al psicoanálisis. Los hechos fueron una catástrofe desde la Rusia del 17, pero los dichos eran bellos, persuasivos. Se ha ligado mucho con Marx y Engels, hasta con Marta Harnecker. Por eso es imperdonable esa preposición deshonesta: para, por, según, sin, so, sobre, tras... la guerra.

El gran error del socialismo español fue abandonar el marxismo de Groucho. Sus socios pasajeros, compañeros de viaje, se han instalado en ese malhumor de un antibelicismo demodée. Que lean Expiación y aprendan lo que fue una guerra de verdad. Hoy por hoy, Europa es el único continente sin guerras. Tampoco las hay en Oceanía, pero ya decía Ambrose Bierce que el drama de los australianos es que no saben si son isla o continente. La última guerra europea fue la de los Balcanes, originada en un país que había sido la Arcadia autogestionaria de la izquierda asamblearia. Compraron un libro y les vendieron un manual.

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