LAS bolsas europeas volvieron a vivir ayer una jornada negra. Las subidas del miércoles se quedaron en un mero espejismo y los inversores se dedicaron a recoger beneficios. Las dudas persisten y la decisión del BCE de rebajar los tipos profundizó aún más en la incertidumbre de los mercados. Y no porque el recorte de medio punto, hasta un 1,5% histórico, no fuera esperado, sino porque el banco no aclaró sus políticas monetarias de los próximos meses.

El Íbex 35 padeció la segunda mayor caída del año tras perder un 4,51% y ya acumula un retroceso del 23,6% en lo que va de año. Pese a la sacudida, aguantó el umbral de los 7.000 puntos y hoy abrirá en 7.025,90 puntos, el nivel más bajo desde octubre de 2003. El resto de plazas continentales no presentó mejor aspecto: el DAX alemán retrocedió un 5,02%, el CAC parisino un 3,96% y el FTSE londinense un 3,18%.

Dentro del selectivo español, el rojo dominó la tabla, y sólo Endesa y Unión Fenosa se salvaron de la quema. Las acciones de la energética se revalorizaron un 4,04% tras anunciar que pagará un dividendo histórico de 5,879 euros por acción. Fenosa avanzó un ligero 0,06%.

El resto se sumió en las pérdidas, con Mapfre de farolillo rojo (-12,58%). Grifols bajó un 11,74% y las acciones de OHL un 11,27%. Entre los grandes, la banca volvió a ser el mayor lastre. Santander restó un 7,63% y BBVA un 7,05%. Iberdrola (-5,23%), Repsol (-3,13%) y Telefónica (-2,03%) completaron una sesión dramática.

En el mercado continuo, Sol Meliá se depreció un 16,96% después de que Deutsche Bank recortara su precio objetivo a 5,2 euros por título.

El barril de Brent se situó por encima de los 44 dólares y en el mercado de divisas de Fráncfort el euro se mantuvo en los 1,255 dólares.

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