TIEMPO El tiempo en Sevilla pega un giro radical y vuelve a traer lluvias

YA estamos. Basta con que un negro nacido en Jamaica, no en EEUU, se convierta en la gran estrella de unos Juegos Olímpicos para que algunos salten de inmediato para poner en duda su extraordinaria calidad como atleta. No es un fenómeno nuevo, ya le sucedió a Ben Johnson cuando osó a derrotar a Carl Lewis y se tuvo que ir al día siguiente por la gatera por tamaña afrenta al dios norteamericano.

No ha sido, sin embargo, un atleta estadounidense quien ha inaugurado la barraca de feria para que todos puedan dedicarse a tirarle bolas, en forma de declaraciones desafortunadas, a Usain Bolt, le ha tocado esta vez a un alemán. Concretamente, el ciudadano se llama Tobias Unger y hasta, dicen, llegó a correr contra el doble plusmarquista mundial en estos Juegos de Pekín. El tal Unger abrió la espita con palabras como "gran tomadura de pelo" o "una estafa descomunal".

A la espera de quién será el siguiente en tomar la palabra en contra de Bolt, el rapado alemán sólo puede provocar indignación. Por mucho que todos los atletas, incluso el propio Unger, que no es un enclenque precisamente, estén bajo sospecha, se debería respetar al menos que Usain Bolt ha conseguido sus dos récords del mundo sin ser controlado de manera positiva en ninguna de las numerosas pruebas antidopaje que le han realizado últimamente.

Aunque, sinceramente, me importaría un bledo que el jamaicano llegara a ser cazado algún día. Estoy harto de que me bajen ídolos del pedestal, particularmente Ben Johnson y Maradona, cuando raro será que alguno esté limpio del todo. Igual que en su día disfruté cuando Ben Johnson le enseñó la matrícula a Carl Lewis, ahora he gozado con la bendita tomadura de pelo de Usain Bolt.

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