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Cuchillo sin filo

Francisco Correal

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Bergoglio

A Borges le hubiera gustado acompañar en este viaje a Egipto al papa Francisco, su lector y discípulo

Hace dos semanas y un día los asesinaron mientras oían misa el Domingo de Ramos en una iglesia de El Cairo. A Borges le hubiera gustado acompañar a su versado discípulo y lector Jorge Bergoglio en este viaje de reparación y de diálogo que ha hecho a la capital egipcia ya como papa Francisco, que para un argentino es como ganar el Nobel de Teología que en Literatura le negaron a su maestro, al que en su poema Cristo en la Cruz escribió estos versos: "No lo alcanza la befa de la plebe / que ha visto su agonía tantas veces./ La suya o la de otro. Da lo mismo". Este poema lo escribió en Kyoto, Japón, en 1984, el mismo año que vino a Sevilla a participar en un seminario sobre Literatura Fantástica.

"¿De qué puede servirme que aquel hombre / haya sufrido, si yo sufro ahora?". Entre otras cosas, el papa Francisco ha viajado a El Cairo a intentar dar una respuesta a la pregunta que planteaba su maestro Borges. Hace treinta años viajé a El Cairo y me fascinó. Los terroristas se han cargado el turismo, su principal fuente de ingresos. Un año después de aquel viaje le dieron el Nobel de Literatura a Naguib Mafouz, un escritor que fue perdiendo la vista como un Borges cairota y al que intentaron asesinar varias veces por blasfemo y por hereje. Cuando le dieron el Nobel, dos años después de la muerte de Borges, se le apareció la Virgen a mi amiga Lola López Enamorado, que estaba trabajando en una tesis doctoral sobre el escritor egipcio.

Un año después de que le dieran el Nobel, en la luna de miel, mi mujer leyó El callejón de los milagros. Corría el año 1989 en que cayó el muro de Berlín, recibido ingenuamente como un mayo francés con salchichas de Fráncfort, un Viva la Gente, ignorantes de que el ser humano es un fantoche keynesiano que derriba muros para volver a construirlos. En Egipto han construido un muro del terror. El país de la huida a Egipto, los misterios de la infancia de Jesús ("A veces pienso con nostalgia en el olor de esa carpintería", otra vez Borges versionando a San Juan), el país del destierro y el episodio bíblico del mar Rojo.

El viaje de Assuán a Luxor es una inmersión a los orígenes de la historia, de la civilización. El Papa no ha ido de cruzado, sino de turista, esos héroes banales que salvan a los países de su ancestral olor a pies y a caverna.

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