MIENTRAS el lío en los juzgados continúa, hoy en la Audiencia, mañana en el Mercantil, para desdoro de la imagen del Betis ya por más de un lustro, el ñaque que se forma al rebufo de cada noticia que se produce en esas salas es de tomo y lomo. Servidor siempre fue defensor de que el Betis esté en manos de béticos, pero no de éstos que moran ahora o de los que estuvieron, sino de todas las familias que tienen cierta representación en el accionariado de la sociedad, de ahí la virulencia empleada en ocasiones contra Luis Oliver y su gente, okupas que nada pintan por Heliópolis y que sólo llegaron para servirse. Y quizá por ese convencimiento de un Betis de los béticos, cíclicamente, me asalta la misma duda: ¿Es posible un Betis de consenso?

Sin duda, es lo ideal. Si un ayuntamiento e incluso un país se gobiernan sin mayoría absoluta, ¿por qué no un club de fútbol? ¿Es que una decena de béticos no es capaz de tomar decisiones por bien de lo que más quieren por encima de personalismos?

Cierto que es complicado, pero no imposible. Francisco Estepa, que en nada será historia en el Betis, ninguneó a Manuel Castaño y a los representantes de PNB en su consejo pese a su peso accionarial y, lógicamente, si el primero vuelve representando el 51,34% del paquete de Lopera más el suyo hará y deshará a su antojo. Empero, hoy se abre la opción de un nuevo administrador judicial con el 31,38% de esas acciones, lo que daría cabida en el consejo a tres o cuatro consejeros impuestos por éste, otros tantos del grupo de Lopera-Castaño y algunos de los que ahora están dentro respaldados por acciones propias. Béticos todos -es de esperar que el administrador, si lo nombrase el juez, por fin lo sea- con un único interés: el Betis. Y todos trabajando y culpa in vigilando. Nada de enchufados ni de engañifas bajo el señuelo de proyectos. Betis, fútbol y gente de fútbol. Y nadie de fuera, sólo béticos muy béticos.