Desde mi córner

Luis Carlos Peris

Ese Betis, ante su enésimo alanceamiento

AFORTUNADAMENTE, al Betis ha llegado un soplo de coherencia en la figura de su flamante presidente y, más vale tarde que nunca, se está dando buena muestra de ello por cómo está gestionando este nuevo contratiempo. Un contratiempo que no sorprende pero que duele, que no cae de nuevas pero que impide el normal desarrollo del día a día verdiblanco. Pero ¿será suficiente todo esto para evitar el enésimo alanceamiento al Betis?

Estuve en el campo las dos tardes en que dicen que se entonaron esos cánticos y puedo jurar y juro que no los escuché. En verdad, los escuché cuando las televisiones los propalaron urbi et orbi para que empezaran a rasgarse vestiduras por doquier, al norte y al sur de esta piel de toro tan dada a escandalizarse. Y a partir de ahí, la maquinaria de la hipocresía más mezquina ensañándose contra una institución que parece creada para ejercer de perpetua cabeza de turco.

Cuando estas líneas me salen directamente de la cabeza a las yemas desconozco qué ira caerá sobre el Real Betis Balompié, ese amor de tanta gente, pero me temo que la sentencia va a preceder al juicio. Y es que se ha pronunciado tanta gente de esa que calla ante hechos muchos más graves, que al Betis sólo le cabe rezar todo lo que sepa. Claro que con el mazo dando de la gestión que Juan Carlos Ollero culmine para ver si así le suena al Betis la flauta por una vez.

De toda la vida cuando en la tele aparece Arguiñano cambio de canal. Y cambio porque el personaje no me gusta desde aquellos tiempos en que miraba hacia otra parte. Y aquello que él silenciaba era mucho más trascendente que el caso de Rubén Castro, al que condenó antes de ser juzgado. Pero el personaje es como es y no hay que darle una importancia que no tiene. Lo importante es que el Betis es alanceado una vez más, pero más importante aún es que nunca será para siempre.

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