TRAE muy buenas vibraciones el Calderón para el Betis. Aparte de haber sido el escenario de sus dos títulos modernos, en el campo del Atlético de Madrid se han dado muy buenos resultados desde que Lopera maneja la nave verde, blanca y verde. Desde el ascenso del 94, el Betis sólo ha caído tres veces en el Manzanares y fue con Fernando Vázquez y Víctor Fernández. Tres veces de trece no está nada mal, sobre todo si se trata de un lugar del predicamento del Vicente Calderón. Con Vázquez en Segunda y las dos veces de Víctor en Primera son los lunares de una trayectoria impecable y que acarrea muy buenas vibraciones.

¿Quiere decirse que lo de esta noche en la ribera madrileña es pan comido? No, no es eso, pero, al menos, le permite al equipo de Chaparro ir con otro talante del que mostró en Valencia. Así como Mestalla se le niega con empecinamiento, al Calderón acude como a favor de querencia y eso implica un estado de ánimo más propicio para el éxito. La historia es agua que no mueve molino alguno y da la casualidad de que el Atlético anda en horas altas con unos depredadores en ataque que se las traen. Agüero, Forlán y esa especie de tapado que es el portugués Simao conforman un trío temible de cara a la puerta contraria, por lo que el trabajo de Casto está asegurado.

Ante tamaño calibre atacante, el Betis no tendrá más remedio que andar más despierto de lo que estuvo en Valencia y, sobre todo, de cómo se manejó ante el Espanyol. Este atractivo equipo de Chaparro ha de subsanar unos defectos que le han impedido andar más arriba en la tabla. Por ejemplo, afinar la coordinación cuando tiene el marcador de cara. Hace lo más complicado, arreglar marcadores tempranamente adversos y, sin embargo, flaquea en la guarda de la viña cuando le es favorable. Le ha ocurrido en repetidas ocasiones y, aunque la historia trae hoy muy buenas vibraciones, ante gente como la que esta noche tendrá delante es optar al suicidio.