PULGAS y más pulgas, que han enflaquecido tanto al todavía Real Betis Balompié que cada día tiene más pulgas. Al sofocón de cada semana se une ahora lo de que la lesión de Sergio es más grave de lo que parecía. Bueno, de lo que parecía no, sino de lo que diagnosticaron los médicos tras la infausta torcedura de rodilla en Balaídos. No hay una sola noticia agradable en este Betis de la hora, por lo que hace bien el bético en agarrarse a los recuerdos para no caer en un estado depresivo de incalculables consecuencias, de ahí que resultase entrañable y multitudinaria la rememoración el viernes de la Liga del 35.

Puede que no estuviesen en Los Monos todos los que son, pero que son todos los que estaban nadie puede ponerlo en duda. Y al día siguiente, el enésimo sofocón viendo cómo se tiraba estúpidamente por la borda un triunfo que mantenía al equipo con ciertas garantías de alcanzar el objetivo único, volver a la categoría natural. Un error imperdonable tiraba un partido que estaba ganado, algo que ha venido haciendo el Betis con rara contumacia desde que la Liga echó a andar. Un error que servía para recalcar que con la defensa que sale el Betis a esos campos resulta una misión totalmente imposible alcanzar el objetivo de esta temporada.

Y tras el error, impropia equivocación de un sistema defensivo profesional, uno de los presuntos culpables se defendía de las acusaciones diciendo que esperaba que el portero hubiese salido por ese fatídico balón. Y tiene razón Rivas si no fuese porque él debiera saber que ese portero al que acusa no acostumbra a salir de la portería así como así. Por supuesto que el balón era del portero, pero conociendo al portero... Al poco del error, la noticia de que la rodilla de Sergio hace que el catalán no sólo no esté sino que tampoco cabe esperarle, Emana se va en breve, la defensa es de verbena, los árbitros se ensañan, pulgas, más pulgas para este Betis flaco como nunca.