Desde mi córner

Luis Carlos Peris

lcperis@diariodesevilla.es

El Betis, ese reino de las deslealtades

En esta inoportuna liza electoral se utiliza con frecuencia la acusación de desleal por desleales

Treintainueve puntos es una cifra ridícula y de segundazo en condiciones de normalidad. Con tres o cuatro puntos más ha bajado el Betis en alguna ocasión y si este año se salvó fue por demérito ajeno. Eso es así se ponga como se ponga quien se ponga, por lo que resulta lógico que el bético esté enfadado. Claro que tampoco es lógico que esa mala campaña se siga empleando a diario como arma arrojadiza por gente que también fue culpable.

Se están esgrimiendo cuestiones tan peregrinas como lo de considerar desleal que se estén configurando las bases de la plantilla. Y lo que sí sería una deslealtad contra el propio Betis es aguardar a que sólo quede lo que no quiera nadie. Y sí es una deslealtad de alguien que estuvo en las tripas del club afirmar que Torrecilla no quería a Serra en un nítido ejemplo de querer emponzoñar la relación de ambos para perjuicio del siempre damnificado Betis, Real Betis Balompié.

Damnificado indudable que tiene al enemigo incrustado en su ADN. Desleal es tener que ir a unas elecciones cada seis meses, con el desgaste social que ello provoca y la distracción que supone en el desenvolvimiento diario de un club de fútbol. En fútbol, las distracciones son mortales de necesidad y en este Betis proliferan de tal manera que se han convertido por gente que debería ser afín a la causa en el pan nuestro de cada día, lo que significa otra deslealtad más.

Ya sé que los treintainueve puntos es un baldón, uno de los muchos que registra la historia del Real Betis Balompié, pero será mejor sacar enseñanzas que hurgar a diario en las heridas. Manosearlas es optar a que se infecten o, lo que es peor, a que se gangrenen. Una guerra electoral tras otra no hay club que lo resista y creo que los actuales merecen el apoyo de los béticos. Más que nada para lograr que ciertos aspirantes a manejarlo sigan mirándolo de lejos.

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