Tiene la rara habilidad de empeorar al equipo con los cambios. Es más, creo que Víctor Sánchez del Amo hubiera vivido feliz en aquel fútbol de goles del cojo porque no estaba permitido otro relevo que no fuese el del portero. Lo último fue, con el marcador en contra, meter a Joaquín en lugar de Piccini cuando lo cantado hubiera sido prescindir de Bruno o de Tosca para reconducir el dibujo a defensa de cuatro hombres.

Siempre pregoné que el peor entrenador sabe más de fútbol que el mejor periodista, pero hay cosas que claman al cielo y que son capaces de desentrañar hasta los más legos en la materia. Y es que llueve sobre mojado en el caso del actual entrenador del Betis y convendría tomar una decisión, no necesariamente cruenta, con el loable fin de detener esa marcha cuesta abajo y sin frenos que ha emprendido el Betis, por siempre y para siempre Real Betis Balompié.

Los puntos perdidos en Riazor y Cornellá fueron dos duras pruebas que el bético hubo de sufrir tras las decepciones del derbi y del casi desahuciado Sporting. Demasiadas decepciones y la constatación de que esta campaña ha significado un nuevo fracaso. La deriva que ha tomado el equipo tiene con los nervios disparatados a todos los que conocemos al Betis, pues ya se sabe desde tiempo inmemorial cuál es el final de este equipo cuando le da por no ganarle a nadie.

Desaf ortunados cambios aparte, la falta de compromiso de los futbolistas afloró una vez más. Y se vio claramente cómo cuando apretó algo los dientes, el Villarreal se aculó pidiendo la hora. Fue cuando no daba tiempo para nada, cuando se entraba en esa fase final en que el Betis se las pinta solito para dejar escapar el botín. Cualquiera sabe cerrar los partidos mejor que el Betis, conque mucho cuidado porque los perseguidores no siempre van a seguir equivocándose.