Ilusión y preocupación en dosis similares en la sala de máquinas del Real Betis Balompié. La ilusión no hay por qué explicarla, ya que haber entrado en Europa el primer año del nuevo proyecto es para darse con un canto en los dientes. Tanto que se obstaculizó desde los frentes más variopintos el advenimiento de Lorenzo Serra y a ver qué dicen ahora los reticentes tras ver cómo ha sido todo a las primeras de cambio con el balear al frente.

O sea que la ilusión reinante no hay por qué explayarse en su explicación, pero junto a ella habita la preocupación. Ya dijo Setién que le preocupaba la historia, los antecedentes, del club verde, blanco y verde a la hora de afrontar tres competiciones. Sin duda alguna, el plantel actual, ese que ha devuelto al club al concierto continental, no da para andar con solvencia en un calendario de dos partidos por semana. Y eso, lógicamente, preocupa en el puente de mando.

También han influido en este estado de preocupación el nivel que dio el equipo en el tramo final de la Liga. El trabajo que le costó ganarle a dos descendidos fue el prólogo de dos espantás como las de Bilbao y Leganés más la manera en que se condujo en el derbi son datos que adoban esa preocupación. Por ello, la constatación de que el plantel está lejos del nivel aconsejable preocupa, sobre todo por la inflación que se está produciendo en el mercado de futbolistas.

Son muchos los inconvenientes económicos que está encontrado el Betis a la hora de hacerse con sus primeras opciones. También preocupa la debilidad de Setién por hacerse con jugones en detrimento de menos exquisitos que siempre metan la pierna. El consenso entre director deportivo y entrenador se hace imprescindible para completar un plantel que garantice la no existencia de otro barquinazo así que caiga un taco de almanaque más, uno más, otro...