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DERBI Sánchez Martínez, árbitro del Betis-Sevilla

Visto y oído

Antonio / Sempere

Bigas Luna

DICEN los artistas quejumbrosos que su cotización vale lo que su última obra. Que el público y la crítica tienen mala memoria, y que a veces cuesta sólo un día para descender de golpe todos los escalones que se han ascendido paso a paso. Dicen. Pero después llegan los hechos para desmentirlo. Apuntala tu marca, y vive, parece cantar la realidad.

La última película de Bigas Luna, Di Di Hollywood, fue una birria. Carne de Premios Yo-Ga. Lo pueden atestiguar quienes la vieron. Así lo ratificó la crítica. Pero resulta que Bigas Luna ha anunciado su intención de optar a la presidencia de la Academia, y desde luego que no será esa ración de cine mal hecho la que le impida conseguirlo.

Lo que no me he explico es que haya tan escasos candidatos para optar a ese sillón. Con la de políticos, profesionales, políticos profesionales, profesionales políticos, entidades y particulares que darían un brazo con tal de lograr el alcance mediático del presidente o la presidenta de la Academia. Que representa a un colectivo, de acuerdo, pero que por añadidura, siempre, está generando una plusvalía a su obra, en tanto en cuanto se trate de un artista, de un creador. Cualquiera que sepa cuánto cuesta una página de publicidad o un titular a cuatro columnas en los principales medios valorará en su justa medida lo que significa tener capacidad ocupar ese espacio, como es el caso, solamente por el hecho de abrir la boca y lanzar un guiño. Nuestro país elige cada día presidentes de numerosas instituciones que se tienen que conformar con un breve en el diario de su entorno. Y dando gracias. Como Bigas Luna sea presidente, vamos a estar muy entretenidos. Es una máquina de fabricar titulares. Conjugando el verbo vivir en todos los tiempos: beber, comer, viajar, amar...

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