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horizontes lejanos

Juan Ojeda

Bonito dilema

UNA vez finalizadas las comparecencias en la comisión parlamentaria de los ERE, ahora queda lo teóricamente importante, que son las conclusiones. Y ahí está la madre del cordero, lo que pasa que no es éste un tierno corderito lechal, sino que más bien tira a chivo. Porque, como muchos preveíamos, esta comisión, en paralelo al procedimiento judicial, pero iniciada con demasiado retraso con respecto a lo que ha venido haciendo la juez Alaya, poco iba a aportar a lo sabido, intuido o sospechado.

Lo único claro, a la espera de las conclusiones, es que durante muchos años, y en virtud de una ruptura intencionada de los procedimientos de garantía del buen uso de los fondos públicos, una serie de cargos, relacionados con la Administración andaluza -Guerrero es el centro de la diana- además de empresas beneficiadas, trabajadores aprovechados, intermediarios, oficiales u oficiosos, y aprovechados varios, estuvieron abusando, para ellos y para sus correligionarios, de ese hueco producido, con buena, mala o regular intención, en la cadena de custodia de la legalidad y las buenas prácticas administrativas. Parece que, en principio, se impuso el criterio de que el fin justifica los medios, y después se ha visto que el mal empleo de los medios destruye el fin.

Todo esto ocurría sin que, con el paso de los años y a pesar de las manifiestas evidencias, nadie se diese por enterado. Es como si una orquesta toca detrás de una cortina y, como no se la ve, nadie admite estar escuchando la música. Esto es el principio de oídos sordos.

Ahora vamos a las conclusiones, que se aprobarán, con la mayoría del PSOE e IU y, por supuesto, el voto particular y divergente, absolutamente divergente, del PP que, como es lógico, pondrá el foco de la responsabilidad política, como mínimo, al más alto nivel, es decir, en Chaves y Griñán. El PSOE intentará reducir los daños al entorno del ex director general, el muy desahogado Guerrero, admitiendo, en todo caso, los fallos in eligendo e in vigilando.

Pero ahora viene la difícil papeleta para Izquierda Unida, socio de gobierno de quienes, con motivo de los ERE, atacaron tan duramente en la pasada legislatura, cuando eran oposición pura y dura, más dura que pura. La patata caliente está en sus manos, porque si disparan a la línea de flotación del PSOE, las consecuencias pueden arrastrarles a tomar una decisión que no quieren ni de lejos, que sería la de romper la sociedad de poder. Por el contrario, si optan por la exculpación, con algunos reproches, se quedan con el culo al aire, las bases cabreadas y la credibilidad bajo mínimos. Bonito dilema.

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