Tiempos modernos

Bernardo Díaz Nosty

Brotes de cizaña

HAY malestar con los brotes verdes de la propaganda gubernamental, que se teme sean de trigo, porque, a los primeros síntomas, aflora la cizaña. El tímido crecimiento del empleo, después de 14 meses de progresivo descenso, ha sido comunicado con prudencia, a sabiendas de que toda buena noticia tiene su réplica, con una intensidad destructiva proporcional a la bondad que transmite. Así, cuando los datos del INEM reflejan algo más de 3,6 millones de parados -una enormidad-, un pregonero del desastre vaticina ya 5 millones a la vuelta de la esquina. Al enfermo que mejora algo, tras un largo decaimiento, le dicen que no se haga ilusiones, que eso son los efectos de la marihuana...

El discurso del desaliento mina la moral de los emprendedores, aumenta la incertidumbre y zarandea la autoestima del país. En mítines y paseos de mercadillo electoral se desliza un mensaje ambiguo, según el cual todos los parados serían consecuencia de la crisis, como si la actual Administración hubiese llegado con el contador a cero y sin una herencia de más de dos millones de desempleados.

El problema de las afirmaciones desmedidas -ayer nos impresionamos con el "acontecimiento histórico a escala planetaria" de Pajín y el "¿Qué quiere, que me acueste con Rajoy?" de Fabra-, es que no pasan factura y abren cancha mediática. La ciudadanía va por otro lado. La gente de a pie, que conserva el sentido común, desea que el paro siga bajando, pues si llegase a los 5 millones el país podría arder, desdicha que, a buen seguro, atizarían nuestros mejores pirómanos.

Estamos acostumbrados a las expresiones irreductibles, a líneas de discurso que no se vencen con las evidencias o con el pronunciamiento de los tribunales. ¿Cómo esperar que unos y otros rieguen los mismos brotes? La oposición sabe, como sabe el Gobierno, que no es posible explotar el drama de la crisis hasta 2012 -¡faltan tres años!-, y que a esos brotes, y a los que crezcan más adelante, sucederán los frutos del sacrificio colectivo de quienes padecen la ruina en su piel y de los emprendedores que se mueven bajo un alto nivel de riesgo.

La desinformación como propaganda, tan de moda en España, añade amargura a los que más sufren y envilece la democracia. No obstante, si las cosas sucediesen como es de desear para este país, va a ser difícil lograr nuevos réditos electorales a base de la estrategia de la negación. La gente está harta de la explotación interesada de las malas noticias. No sé si Cristóbal Montoro, un hombre inteligente y culto, tendrá argumentos para detener el boomerang de los 5 millones que lanzó días atrás. Aunque, después del planetary event Obama-Zapatero, la conjunción astral del milenio, eso ya no tendrá ninguna importancia…

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