LA pescadilla se muerde la cola. Como nadie los ve se programan tarde. Y como se programan tarde nadie los ve. ¿Qué sentido tiene que este domingo se emita Redes de dos y media a tres de la madrugada? ¿Qué sentido tiene dilapidar sus nuevas entregas a esas horas? ¿Alguien en su sano juicio y que deba cumplir sus obligaciones laborales el lunes, aunque quiera, puede quedarse hasta las tres para seguir este programa? ¿Por qué se han aligerado sus contenidos de 60 a 30 minutos? Todas éstas son preguntas sin respuesta. Pero podríamos seguir. ¿Por qué Miradas 2 saldrá pasada la una y media de la madrugada? ¿Por qué La mandrágora se emitirá, una vez más, cuántas van ya, pasadas las dos? ¿Por qué Metrópolis no saldrá ni un minuto antes de las dos de la madrugada? ¿Por qué en la web de TVE por toda información del programa La mandrágora se alude a él como una revista de información cultural dedicada preferentemente al público juvenil, sin aclarar que se ocupa solamente de las artes escénicas? La pescadilla se viene mordiendo la cola desde hace mucho sin que nadie mueve un dedo para remediarlo. Qué tiempos aquellos en los que, como si nada, los espacios mentados podían ser vistos por medio millón de espectadores. Ahora a duras penas alcanzan los cien mil. Alguno de ellos se queda en sesenta mil, que vaya usted a saber cuántos serán realmente, porque llegados a este grado de invisibilidad ya no hay medidas fiables.

Les invito a que desafíen al sueño y al sentido común y sean del selecto público que este fin de semana se permite el lujo de saborear Miradas 2, La mandrágora, Metrópolis y Redes. Al día siguiente tendrán ojeras pero serán más sabios. Hay gustazos que no tienen precio. Como el de ejercer el derecho al pataleo en esta tele desquiciada con la que nos ha tocado pechar.

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