¡Oh, Fabio!

Luis Sánchez-Moliní

lmolini@grupojoly.com

Cambio de era

Los dos partidos de la nueva política, C's y Podemos, van a remolque en este escenario planteado por la moción

Aestas alturas ya nadie duda de que el Ejecutivo popular (y quizás el mismo PP) está clínicamente muerto y la cuestión es cómo debe gestionarse su final, a quién le corresponde desenchufar. Pedro Sánchez ha tenido una idea: presentar una moción de censura, lo que le permitiría volver a los títulos de crédito de la política española tras meses de mutismo. El líder socialista ya ha demostrado en sobradas ocasiones que es un político guadianesco y bipolar, capaz de grandes gestos sobreactuados y periodos de silencio depresivo. Ahora vuelve a la cresta de la ola. España lo contempla; sus enemigos también. La pregunta que surge es de corte goebbeliana: ¿justifica el fin los votos? Es decir, ¿es deseable que para derrocar al presidente Rajoy se usen los votos del independentismo catalán del 3% y de los ex etarras de Bildu? En Ferraz creen ahora que sí. Es demasiado fuerte el aroma a poder como para ponerse con melindres. La moción de censura no sólo permite a Sánchez recuperar protagonismo y titulares, sino que también le da una oportunidad para librar al PSOE del probable correctivo que va a sufrir la vieja política en las próximas elecciones.

Otra opción, aunque nunca se pondrá sobre el tapete, sería el harakiri del Ejecutivo de Rajoy. Un político de su inteligencia debería de saber que, desde la sentencia del caso Gürtel y la detención de Zaplana, su Gobierno se ha convertido en el problema, no en la solución. El argumento que se repite incansablemente desde Génova de que se han condenado hechos y personas vinculados al pasado aznarista que poco o nada tienen que ver con la actualidad no cuela. Aunque díscolo, Rajoy es un hijo político de José María. Ahora más que nunca se ve el inmenso error que fue no acometer la renovación profunda del PP (presidente incluido) cuando sonaron las primeras alarmas. Los populares siguen aferrados a la política ilustrada y caballeresca del 78, la de los pactos rubricados con cigarros y brandy. No han comprendido la nueva rebelión de las masas surgida de la crisis y las redes sociales. El PP, carcomido por la corrupción, es un dinosaurio en un mundo de mamíferos.

Lo curioso es que los dos partidos de la nueva política, C's y Podemos -a los que las encuestas han bendecido-, van a remolque en este escenario planteado por la moción de censura. Saben -especialmente C's- que están en el momento crucial del asalto al poder y que cualquier error puede arruinar sus sueños. O quizás, simplemente, prefieren esperar a que Sánchez vuelva a caer en una somnolencia depresiva y todo fluya hacia el cambio de era. Si es que este llega.

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