AMANECE el arranque de uno de los últimos puentes vacacionales del año y la verdad es que suena todo a disparate, como a paradójica situación, a oasis artificioso en el corazón del desierto que andamos atravesando sin saber a ciencia cierta qué meta es la que nos aguarda. Panorama que se hace especialmente bochornoso cuando se comprueba cómo van al trullo ladrones de cuello duro que fueron sembrando desesperanza y miseria. Panorama que se entenebrece con la reaparición pública del caso de Marta del Castillo, esa mancha en el maculado historial de nuestra Justicia, y que se convierte en histriónico con la irrupción de viejos saurios de la política que hablan de arreglar lo que ya ellos desarreglaron en su momento. Y a todo esto, el larguísimo puente que enlaza Constitución con Inmaculada, que habrá quien no retorne a la banqueta de trabajo hasta el lunes y el resto, con estos pelos.