Alto y claro

José Antonio Carrizosa

Candidato Espadas

CUANDO, finalmente, en los próximos días el PSOE de Sevilla formalice la propuesta de Juan Espadas como candidato a la Alcaldía, vamos a asistir a un espectáculo político con pocos precedentes. Que yo conozca, ninguno. Vamos a tener a un alcalde en precario, socialmente amortizado y con amplio rechazo en las encuestas en cohabitación con un aspirante al que le queda todo por demostrar, desde la capacidad de darse a conocer hasta la de ser capaz de ilusionar, y contra el que, además, corre el tiempo. Por si todo ello fuera poco, llega en medio de una pulsión de cambio como pocas veces se ha vivido en Sevilla y con una situación nacional tan descorazonadora que hará que muchas bofetadas dirigidas contra Zapatero acaben estrellándose, en forma de abstención o de voto de castigo, en la cara del candidato municipal.

Todo ello hace que el trabajo que va a tener que desarrollar Espadas desde el minuto uno tendrá que ser enorme. Cecil B. de Mille decía que el guión de una buena película debía empezar con un terremoto e ir subiendo en intensidad para no dejar escapar al espectador. Algo parecido va a tener que hacer Espadas durante el año escaso que le queda para intentar mantener la Alcaldía de Sevilla en manos de los socialistas. Es un objetivo estratégico para el partido no sólo por la importancia de la capital andaluza, sino también por los efectos devastadores que tendría su pérdida para las aspiraciones de Griñán en los comicios andaluces de 2012. Espadas, si no quiere verse desbordado por la tormenta, va atener que mostrar grandes dosis de inteligencia y de sentido político, cualidades ambas de las que parece bien dotado. Las próximas semanas van a ser decisivas para conformar el perfil que tendrá a lo largo de la campaña. Se le va a medir por la calidad y la solvencia del equipo del que se rodee y por los anuncios con los que estrene su candidatura. Mal hará si no marca distancias con la gestión del equipo saliente, o por lo menos con algunos de sus aspectos más controvertidos, y no es capaz de anticipar medidas que conecten con los sectores de votantes socialistas hoy desencantados. Con estas dificultades y otras que aparecerán en el camino, los próximos meses van a ser de vértigo para el candidato. Habrá que seguirlo muy de cerca.

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