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El buen yantar

Juncal / Dirección: C/ Presidente Carrero Blanco, 14

El Candil

AL entrar, fíjese en la puerta, que parece la del castillo de Harry Potter. Pero al pasar a la barra de El Candil, parece más bien que estamos en un bar vasco o de los del norte de España. Maderas recias, decoración distinta a la tradicional. Un mesón más bien. Si lo piensa, la moda de los mesones de los años ochenta en Sevilla casi ha desaparecido. Menos mal, era un quiero y no puedo. Los que quedan es porque realmente lo son. El mesón incluye la doble acepción de bar y restaurante o casa de comidas, y desde luego que en El Candil se cumplen estas premisas.

Buena barra con parroquianos habituales de una caña o un tinto que les dura una media hora con las aceitunitas, y las reuniones de amigos que quedan para una cervecita y acaban liándose. Agradable barra y servida por muy buenos camareros. Repito, camareros: serviciales, sin ser serviles, atentos, discretos. Parecen encantados con su profesión y se les nota.

En la barra prueben las chacinas, la tapa de solomillo al Candil o la de cola de toro, que es mejorable. Muy bueno y original el flamenquín de espinacas y queso; pida que lo pasen bien, pues se puede quedar crudo en el centro. Magnífico el sanjacobo de espárragos, una grata sorpresa. Buena cerveza y unos picos excelentes. La tostadita de gambas no es de lo mejor, le gana la de Entrebarriles.

Pasando al comedor parece otro mundo. El ambiente y la vitrina refrigeradora auguran que se va a disfrutar de la comida. Sin prisas, apurando la sobremesa, después de un buen pulpo a la gallega o unas berenjenas fritas con miel. Sobran los chanquetes con huevo y pimiento porque no son chanquetes. Excelentes las costillitas de palillo y, en general, todo el cordero. Me quedo con el brazuelo al horno.

En arroces no se equivocan con el de perdiz, pero prueben el abanda desmenuzado. Placer.

Mención aparte es la carta de vinos, de las más cuidadas de la ciudad y a precio ajustado. Marqués de Vargas, Quinta de Tarsos y el mítico Tarsos. Toda la gama de Alión y Vega Sicilia. En cava, el Agustí Torrello, y al empezar con queso viejo una copa de Sibaritas. Suena bien, ¿verdad?

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