LA excusa ha pasado a ser enfermedad y, además, ha cambiado de bando. "Cariño, no me apetece, me duele la cabeza". ¿Cuántas veces no han oído ustedes esa frase en un escenario doméstico? Me refiero, naturalmente, al cine y la televisión, no quiero ofender a nadie insinuando que la han escuchado en la vida real, en su casa y de labios de su pareja. No se den, pues, por aludidos. Vamos a llevarnos bien.

El dolor de cabeza esgrimido como eximente y pronunciado con afecto, o con afectación, es un clásico de las relaciones de pareja. El pretexto se atribuye comúnmente a la mujer, quizás por uno de esos tópicos que circulan sobre el sexo según el cual los hombres siempre quieren -tenerlo- mientras que las mujeres son más selectivas y exigen para practicarlo condiciones y requisitos, sobre todo de carácter afectivo.

Los neurólogos organizados han descubierto, sin embargo, que además de este cefalea pretextada como elemento disuasorio existe una cefalea real, una enfermedad sexual caracterizada por un dolor de cabeza, a veces explosivo, que se manifiesta antes, durante o después del coito, y que, curiosamente, afecta más al hombre que a la mujer. La proporción es de un setenta a un treinta por ciento. Es urgente ir al médico la primera vez que se sufre, porque puede esconder patologías graves. Urgente pero no frecuente, que ya es sabido que no nos acostumbramos a contarles nuestros problemas sexuales a nadie, ni siquiera a los médicos. El tabú, que nos persigue. Si alguien se atreve a ir a la consulta y el médico descarta esa patología oculta, la persistencia del dolor pasa a ser un mal menor y se combate, como casi todo, con ejercicio físico y quitándose del alcohol y el tabaco.

También hay fármacos específicos que alivian esta jaqueca. Lo malo es que tienen contraindicaciones: una encuesta realizada entre pacientes de ese mal revela que el 45% aseguran que el medicamento que le recetaron les provocó algún trastorno sexual y un 50% los relacionó con problemas de impotencia. La cefalea en este caso también desafía al tópico. Resulta que no todos los hombres pueden, y si toman estas medicinas, menos aún.

Otro estudio científico, éste de la Universidad de Nottingham, ha encontrado una relación estrecha entre las prácticas sexuales y el cáncer de próstata, el más frecuente entre los varones adultos. Los individuos sexualmente más activos cuando jóvenes desarrollan con más frecuencia cánceres de próstata durante la edad adulta. Y mucho más si la actividad ha consistido sobre todo en la masturbación. Por el contrario, masturbarse a partir de los cincuenta años protege contra la aparición del cáncer. Menos mal, se dirán algunos cuando escuchen, y no en película, la fatídica frase "Cariño, no me apetece, me duele la cabeza". Todo tiene remedio.

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