SI plantas cara al fútbol y te rodeas de artistas y al final los sacas en play-back, nooo sirve de ná. Si montas un fiestón catódico y llamas a Rafaella Carrá y la dejas que presente sola y se equivoque cada dos por tres, no sirve de ná, no sirve de ná, no sirve de ná. Europasión fue a veces divertido, a ratos encantador y sorprendente, pero dejó en el aire una sensación de que fue un programa desaprovechado y que se excedió en su alma de horterada. Carrea, carrea.

El preludio a la noche de Chikilicuatre fue un estiradísimo musical que se salvó por algunas interpretaciones francamente buenas. El Gwendolyne versionado por José Mercé debería pasar a la historia, pero fue una lástima que el cantaor jerezano se arrancara por pleibac, gesticulando a destiempo. Esto sí que fue un auténtico tongo. El play-back pasó de moda hace ya bastante tiempo, pese a las galas esas del 28-F y de Murcia qué hermosa eres. Desde que hay videoclips, unpluggeds y Otés, lo que cuenta es dar la cara y la voz. ¿Vale? music.

En Europasión constatamos que Rosa López debería regresar algún día al Eurovisión de verdad. Fue todo un homenaje que cantara en catalán una estrofa del La,la,la. El Arrebato, como Peret evolucionado, fue muy divertido, como la versión tecno de En un mundo nuevo, a cargo de Fangoria.

Bailar pegados fue proclamada con justicia la canción española de la historia del festival, pero con una versión flaquita de David Civera. Y Sergio Dalma, de testigo, cantó una excelente revisión del Eres tú. En esta gala aprobaron con nota también Sole Giménez y Marta Sánchez, mientras que suspendieron María Isabel, Cómplices, el mencionado Civera y Bustamante. Uf, Evaristo Mejide se hubiera inflado. Otros detalles insufribles: la promoción teatral de Flo y Josema, fuera de lugar, y los concursitos telefónicos de la Falli. Ay, el tiempo pasa factura.