Acabóse y apagóse la Feria que más competencia le ha hecho a los divanes de psiquiatra. La gente tenía ganas de pasarlo bien y aplazar el Tourmalet de la crisis. El síndrome posferial no perturba al único sevillano para el que todo año es Feria. Rafael Carretero, jefe de área de Fiestas Mayores en el Ayuntamiento. A tenor de cómo está montado su negociado, debe ser la única persona imprescindible en la Administración hispalense. Además de su sueldo (unos 60.000 euros), el año pasado cobró 35.856 euros más en horas extras. La de sevillanos que harían cola hoy mismo en la Plaza Nueva para percibir únicamente el sobresueldo de Carretero, que declaró 775 horas extras de trabajo. Y se las pagan, aunque el máximo autorizado son sólo 40.

Pasa la vida, pasan los años y los alcaldes, pero el Ayuntamiento sigue siendo un cachondeo laboral. Si la persona que más horas extras hace de todo el Gobierno local es quien monta la Semana Santa, la Feria, el Corpus y festejos varios, cabe suponer: a) que lo efímero es lo más importante para los gobernantes de la ciudad, no la seguridad, los bomberos, la sanidad, el tráfico o la educación, que son materias de todos los días del año; b) que a Carretero hay que hacerle un seguro de vida y prohibir su jubilación porque sin él Sevilla no sabe montar sus fiestas; c) que lo más escandaloso no es ese trato de favor hacia él, sino el dinero que se dilapida pagando a gente que no la dobla en la nómina municipal y a la que tampoco se mete mano, pues esa es la coartada para que Carretero sea el niño del bautizo, el novio de la boda y el cura del entierro.

A los bomberos o policías que hacen horas extras se les conmina a compensar los sobreesfuerzos con más descansos. A Carretero, desde los tiempos de Soledad Becerril, se le paga pese a la opinión contraria del interventor municipal. Y que viva la Feria, y que todo el año sea Feria, y que no nos falte de ná.