la ciudad y los días

Carlos Colón

Cartón piedra

HAY cosas más urgentes de las que ocuparse y cuestiones más actuales sobre las que discutir que el destino de un cadáver. Aunque sea el de Franco. Mejor provocar su posible y discreto traslado en el futuro haciendo realidad una acertada propuesta que hace tiempo se viene haciendo para dar un uso razonable al Valle de los Caídos: convertirlo en un gran centro de interpretación de la Guerra Civil y el franquismo. Ninguna contienda ha generado una tan amplia bibliografía, que no hace sino multiplicarse. Ninguna tiene unos orígenes tan complejos como para originar, setenta y cinco años después, encendidos debates históricos y políticos sobre sus causas. Ningún país de la Europa occidental ha hecho una transición pacífica de una dictadura ligada a los fascismos históricos a la democracia.

Todo ello otorga una singularidad y relevancia al caso español que justificaría la creación de un gran centro de interpretación, diseñado y mantenido en vida por un comité internacional de historiadores de reconocido prestigio. De hacerse así las cosas probablemente los descendientes del dictador prefieran llevarse sus restos a un cementerio para que no acabe, aunque invisible, como las momias del Museo Británico. Sería también deseable que la Iglesia tomara parte en esta operación, devolviéndole al Estado el regalo envenenado que le hizo el dictador.

Lo que está claro es que el monumento debe conservarse. La horrorosa estética del Valle de los Caídos, tan alejada de la modernidad de la arquitectura del fascismo italiano, es uno de los más demoledores testimonios de lo que fue el franquismo. Mientras el fascismo anunciaba que el futuro era suyo con el futurismo de "l' architettura del calcolo, dell' audacia temeraria e della semplicità" de la que nacerían la Casa del Fascio de Terragni o el Palacio de Congresos y el de la Civiltá del EUR, el franquismo proclamaba que lo suyo era el pasado. Y un pasado falseado y achicado a la medida del cartón piedra de Cifesa, representado en la arquitectura por el estilo neoherreriano que, paradójicamente, se inició bajo la República con los Nuevos Ministerios de Zuazo que parecen querer fundir el Escorial con el "clasicismo socialista" del estalinismo; y que después fue convertido por el franquismo en el "estilo nacional" a partir del escurialense Ministerio del Aire de Gutiérrez Soto.

En lo que a caídos se refiere basta comparar el Valle de los Caídos con los monumentos fascistas alzados por Terragni en Erba Incino o Como para visualizar lo que separaba al moderno fascismo italiano del franquismo: uno era contemporáneo y el otro un grosero anacronismo.

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