HISTÓRICAMENTE, Tomares nació alrededor de una alquería de origen romano. El casco urbano surge entre tres haciendas, Monte Fuerte, Zaudín Alto y Santa Ana.

Conocerán a gente que vive en Santa Eufemia, pues viven en una urbanización que se asienta en los terrenos de la antigua Hacienda de Santa Eufemia, que aún existe y creo que pertenece a la familia Ybarra.

Allí, en la Hacienda, en una de las partes más antiguas, se encuentra el Restaurante Casa Alta. Este sitio ha pasado por varios destinos gastronómicos. Hasta hace poco ponían unas pizzas espectaculares, pero el horario de apertura incierto y la errática atención al negocio los llevó al cierre. Nos quedamos con la pena porque el sitio es de los más atractivos del Aljarafe.

El negocio ha cambiado de manos y lo ha hecho para mejor. Lo tienen dos chicos jóvenes que se reparten las tareas de cocina y sala. Uno de ellos suele estar en el horno de leña, que se sitúa en alto como si fuera un púlpito desde el que nos sermonean con las viandas de la antigua hacienda. De allí salen unos magníficos panes de aceite. No los compare con las pizzas, no tienen nada que ver. Ni mejores, ni peores, distintos. Tienen buen pan con aceite en la entrada y unas originales navajas al Pedro Ximénez. Del púlpito salen también tiernos cochinillos y sobre todo unas gambas blancas hechas al horno, exquisitas. ¿Escasas? Las gambas siempre saben a poco… Manejan el fuego con tanta habilidad que la gamba sale en su punto: casi cruda.

Fantástico rissoto, más suelto de lo habitual, pero que sabe mejor que ninguno. Buenos vinos y bien tratados; con una carta de vinos de postre con Néctar de Pedro Ximénez, Moscatel Mendoza, Noé…

Terminan con una selección de quesos andaluces y extremeños con membrillo, miel y frutos secos, la tarta de chocolate o el tatín de manzana.

Magnífico sitio para disfrutar de la cocina y del lugar. Tiene algo especial. Mágico. Vaya y compruebe la paz que les transmite el sitio. Casa Alta, todo un placer.