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El buen yantar

Juncal / Dirección: C/ Colón Nº 8 Tomares.

Casa Esteban

SI propones ir a comer a Casa Esteban nadie te pregunta ¿cuál es? o ¿dónde está? Casa Esteban es el que es y está donde está. A veces pienso que Tomares no se creó alrededor de las haciendas agrícolas, sino que el pueblo se fue expandiendo alrededor de lo que era una tasca/comedor. Este concepto, hace años, era algo atrevido en el Aljarafe, donde la fórmula era el mosto, el botellín y un poco de queso o una chacina. Entonces llega Esteban y empieza a sacar cosas de comer, de eso de ponme algo de comer que se me ha hecho tarde…". La fórmula funciona y el tiempo hace que sea uno de los templos de la gastronomía de Sevilla.

En Casa Esteban prima la regularidad. Lo más difícil de conseguir en el negocio de bares y restaurantes. Que sepas que vayas el día que vayas, no te equivocas y siempre tendrás el mismo nivel. En este caso de excelencia.

El rito en Casa Esteban es curioso a la hora de pedir. Si alguien hojea la carta, los parroquianos lo miran como si fuera un marciano. Forasteros¡¡¡ Para qué preguntar y para qué hacer que el camarero te recite lo que tiene si ya hay un ritmo marcado: un poquito de jamón, que lo corta de cine; unas croquetas, la mitad de puchero y las otras de gambas -prefiero las de puchero y más cuando las sacan bien doraditas-. También al medio el lomo a la sal; que no mechado. Prodigio de los prodigios. Perfecta manera de tratar una excelente materia prima, trato exquisito hasta el momento de llevarlo al plato en perfecto corte. Unas gordales, si es época. ¿Unas gambas? No es el sitio. Sí tienen unos vinos excelentes, déjese recomendar, lo hacen bien, y con buena relación calidad-precio.

Y la traca final, ese plato que marca un sitio, como la fabada del Asturias, los montaditos de Casa Moreno o el adobo de Blanco Cerrillo; en Casa Esteban: las papas con tomate y un huevo, o dos, o tres… sublime, celestial, manjar de dioses. Al que lo haya probado no le descubro nada nuevo y el que no lo haya hecho que vaya y que moje pan, que es buena señal de disfrute. Y todo esto sentadito en invierno en la mesa camilla y bien calentitos.

En Casa Esteban se disfruta.

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