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Luis Carlos Peris

La Catedral va a tambalearse

Lo que ha gozado de total impunidad por mirar hacia otra parte, peligra ahora que será juzgado por la UEFA

TURBAMULTA aparte, lo ocurrido el jueves en San Mamés es algo que a nadie que haya frecuentado dicho recinto puede extrañarle. Que el grito de Viva España se considere la chispa para encender el incendio que le pondría punto final al Athletic-Anderlecht le extrañará únicamente a los que nunca han hollado tan legendario estadio de fútbol. Ese grito rara vez ha podido oírse en San Mamés por razones obvias, pero unos belgas hasta las cejas de alcohol tuvieron la osadía de pronunciarlo, por supuesto que con ganas de tocar los costados a los que les estaban orinando desde cotas superiores y, claro, pasó lo que pasó.

Hasta ahora, el grito más común, aparte de los entusiastas y magníficos de ánimo al Athletic, era el de recibir a los gentiles con el "españoles, hijos de puta" que lo mismo servía para madrileños, sevillanos, santanderinos, murcianos e gentes de mal vivir, que diría el gran don Miguel. Nunca tomó Antiviolencia cartas en este asunto y San Mamés seguía inmune, a pesar del añadido de tuercas o petardazos al portero rival. Ahora bien, como en cualquier estadio de la piel de toro cayese una botella o luciese una bengala, la sanción era de órdago a la grande. San Mamés gozaba de bula y los radicales campaban a sus anchas mientras se clausuraban estadios a granel.

Ahora se escapa todo del ámbito nacional y no será la justicia deportiva española la que decida, sino la europea. Tiene bien ganada la UEFA fama de muy rigurosa en el apartado disciplinario, por lo que el peso de la ley puede caer de una vez por todas sobre la tan ponderada Catedral bilbaína. Todo el incendio se prendió por un grito que en condiciones de normalidad nunca debiera ser tomado como insulto. De esa manera, ningún rival lo utilizaría con ánimo de meter el dedo en el ojo del contrincante y estaríamos hablando de otra cosa. Y es que cuando en fútbol no sólo se defiende una camiseta sino también una ideología, mal van las cosas... y peor que van a ir.

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