La esquina

José Aguilar

Chacón hace saber

DESDE primeros de septiembre -como mínimo- Carme Chacón, ministra de Defensa, ha hecho saber a sus íntimos que está dispuesta a pelear por ser la próxima candidata socialista a la Presidencia del Gobierno. Se ha colocado en la parrilla de salida para la sucesión de Rodríguez Zapatero.

Ya tiene las suficientes tablas, sin embargo, para gestionar su ambición con suma prudencia. En su última comparecencia pública, arropada por siete ministros y presentada-loada por la ex vicepresidenta Fernández de la Vega, llevaba estudiada al detalle su respuesta a la pregunta inevitable.

Respuesta de libro del buen candidato. Lo primero, rehuir la batalla abierta, a calzón quitado y excesivamente prematura: si Zapatero decide ser candidato por tercera vez, no hay nada más que hablar. Lo respaldará plenamente, como respalda su libertad para elegir el momento que le convenga para hacerlo público. Lo segundo, no descartarse de la carrera por la nominación subrayando la obviedad de que el candidato puede ser perfectamente una mujer y una mujer catalana. Lo tercero, insistir en que, para aspirar a la candidatura es imprescindible que te quieran los militantes socialistas.

Esta última afirmación, aunque no nueva, es la fundamental en las presentes circunstancias. Obedece a una lógica política elemental, pero viene sobre todo a liquidar la tentación de que el sucesor de Zapatero sea designado por éste o aclamado de prisa y corriendo por el comité federal del PSOE. Se trata, pues, de provocar unas elecciones primarias que den el protagonismo a los militantes (como las que consagraron a Zapatero frente al aparato, que había apostado por José Bono). En esas primarias estará Carme Chacón.

Es paradójico, pero este procedimiento, inequívocamente democrático, perjudica al candidato más sólido que puede presentar el Partido Socialista en 2012, el único capacitado para disputarle al PP su marcha hacia la mayoría absoluta (el único de los posibles en la situación política actual, no hablo de los utópicos e impensables): Alfredo Pérez Rubalcaba. Barones, felipistas y aparato controlado por Blanco verían en él la mejor solución. Es también la salida que menos desgasta a la organización, porque lo último que interesa objetivamente al PSOE es enfrascarse en una trifulca interna -siempre dejan heridas y resacas de difícil digestión- mientras el país se desangra y a pocos meses de las elecciones generales. Pero falta conocer qué piensan las bases. ¿Y si, convocada las primarias, salen dos o tres aspirantes más? ¿Y si Zapatero termina decantándose por seguir y que se hunda el templo con los filisteos dentro?

Sea lo que sea lo que vaya a pasar, allí andará Carme Chacón.

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