SEVILLA y provincia reciben al PSOE nacional con la friolera de 235.806 demandantes de empleo. Un congreso en el que los socialistas luchan por el empleo. El suyo. Y el de los suyos. A más paro en la calle, más descaro en las maniobras para situarse en un puesto orgánico del partido, ya sea en Madrid o en Sevilla.

Si gana Chacón, Susana Díaz se lo quiere cobrar ascendiendo como alto cargo en la cúpula nacional, lo que de paso la blindaría ante una posible derrota autonómica el 25 de marzo, en la que muchos compañeros la acusarían del descalabro. En esa tesitura, la Diputación sevillana quedaría como único cortijo en manos socialistas. Y la única opción que tenía y tiene Fernando Rodríguez Villalobos para continuar como presidente y que no lo manden a La Roda es maniobrar en función de lo que le interese a Susana Díaz. Por eso desde la institución provincial se olvidaron del juego limpio entre compañeros de partido, y, en lugar de hacer zafarrancho para combatir las causas del paro, se han dedicado a maniobrar unos contra otros para colocarse... o descolocarse. Si finalmente gana Rubalcaba, Viera, que ayer acusó a Espadas de cambiarse de chaqueta, intentará zancadillear a su otrora pupila antes de su propia caída en desgracia por el escándalo de los ERE.

Todos piensan en clave de elecciones autonómicas y creen que dentro de 51 días les va mejor con una mujer joven junto al póster de un cariacontecido Griñán. Rodríguez Ibarra definió ayer el nivel de Chacón: "Es Zapatero con faldas". A ojos de la población andaluza, Rubalcaba es la imagen del varapalo en los comicios del 20-N.

¿Debate de ideas y propuestas en Sevilla? No me da la risa por el fariseísmo precongresual porque pienso en las familias sevillanas que acuden a los comedores de beneficencia. Ni ensayos de Chomsky, Enzensberger, Habermas, Baumann o Sartori, ni europeísmo de Delors, ni artículos de Krugman. En el PSOE sevillano, hoy sólo leen la cartilla para disputarse los empleos de su organización.